La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

sábado, 23 de julio de 2011

LA FORNARINA XV: Premoniciones

Fornarina en una de sus poses clásicas, acaso la más conocida
de sus tarjetas postales, y en la cumbre de su fama y su belleza

Consuelo comienza el año 1915 sumida en la tristeza de la guerra europea -que le impide seguir desarrollando su exitosa carrera internacional-, pero decidida a que sea este año precisamente el último sobre los escenarios. La ansiada retirada, después de su debut en 1902, dejaría tras de sí trece años de ascenso imparable, algún que otro sonado escándalo y, sobre todo, el cariño y el respeto por parte tanto de la crítica como del público.
Sin embargo, parte de este público y de estos críticos, comienzan a ver ciertos indicios de decadencia en la figura de la cupletista: no en vano tiene ya... muchos más años de los que confiesa. Aquí os dejo una breve y anónima referencia a la molesta (y enquistada) costumbre española de añadirle años a las artistas, en este caso a la pobre Consuelo, poco después de su muerte:
"... la Señorita Primavera... Pues bien: hace cinco o seis años que, a cada reaparición de la inolvidable, gentilísima cancionista, no dejaba de haber quien se sorprendiera de que "se conservase tan bien..." ¡Como si se tratase de una sesentona! ¡Pero cómo querían ustedes que no se conservara bien quien apenas había salido de la primavera de su vida!".
En "la primavera de su vida" Consuelo tiene treinta años, una edad considerada entonces como frontera de la madurez, especialmente en una mujer y más especialmente todavía en una artista de su clase. Una actriz de teatro serio, una María Guerrero sin ir más lejos, podía cumplir años sobre la escena e ir adaptándose al repertorio o adaptar éste a su edad, sin que el público se lo reprochase. Pero una cupletista, una artista de las variedades, no podía permitirse el lujo de la "decadencia". En mayo cumpliría los treinta y uno, la frontera habría sido atravesada sin remedio y no habría posibilidad de marcha atrás. Sí, definitivamente, los treinta y un años eran una buena edad para empezar la retirada.

María Guerrero y su marido, Fernando Díaz de Mendoza, formaron
la compañía de teatro "serio" más prestigiosa de la época

La Fornarina ha obtenido muchas de las cosas con las que soñaba desde niña, pero Consuelo Vello no ha tenido tanta suerte. Sentimentalmente está rota y su salud es extremadamente delicada. Pero tiene grandes amigos que le ayudarán a soportar las tristezas de este último año. Ahora que ya ha conseguido el ansiado hotelito, recibirá a estos amigos en un entorno más amplio, lujoso y personal que el de sus anteriores pisos alquilados.

Ramón Pérez de Ayala, aquí retratado por Sorolla,
fue un gran admirador de Fornarina

El atormentado Felipe Trigo fue uno de los organizadores
del famoso banquete de Parisiana en honor de Fornarina
En este grupo de amigos y conocidos, hay personalidades tan dispares como Pérez de Ayala, Felipe Trigo, Hoyos y Vinent, El Caballero Audaz, Pepito Zamora o Álvaro Retana. Algún que otro aristócrata con veleidades intelectuales o artísticas, como Gloria Laguna, duquesa de Requena, cuya amistad con Consuelo dio mucho que hablar a los maldicientes. No podían faltar sus amigos periodistas, siempre amables en la crítica con la gentil cupletista. Todos ellos, en petit comité, admiraban la forma en la que Consuelo recitaba a sus poetas preferidos, como Heine, Lamartine, Rubén Darío o Verlaine, o les leía fragmentos escogidos de su adorado Victor Hugo, en francés, por supuesto.

Antonio de Hoyos y Vinent, escritor y aristócrata, tuvo un
famoso salón en el que todos los demás se inspiraron

Cartel de Pepito Zamora, cuyo estilo marcó toda una época
tanto en España como en el extranjero

Este heterogéneo grupo, con su carácter de temporalidad y sus inevitables variaciones en la composición de sus miembros, no tenía más común denominador que su admiración por la Fornarina. Alrededor de su figura, en estas reuniones se hablaba de literatura, de estrenos teatrales, de política, de vestuario teatral y diseño de decorados o de las últimas noticias de la Gran Guerra; pero también se hablaba sobre la última faena del torero de moda, de los últimos rumores escandalosos sobre tal o cual tiple y, cómo no, se bebía y se comía con fruición, eso sí, siempre por amor al arte. Probablemente, en alguna que otra ocasión, Fornarina interpretaría alguno de sus temas, acompañada por el imponente piano Colin de color blanco que ocupaba un lugar de honor en su salón.

El piano blanco de Fornarina terminó, tras algunas vicisitudes,
en el salón de la casa madrileña de Sara Montiel

Pero no todo fueron canciones, cotilleos, poesía, canapés y champagne en el salón de Fornarina. En una de estas reuniones Consuelo comentaría a sus amigos, como de pasada, un suceso ocurrido bastantes años antes, durante la primera de sus actuaciones en Leipzig: encontrándose en una animada velada, tras una lujosa cena, pidió ser presentada a uno de los comensales que había despertado su interés por su inquietante aspecto. Resultó ser un aristócrata -algo venido a menos- procedente de algún pequeño país báltico, que pretendía poseer dotes de adivinación; de hecho, no era por su título o fortuna sino por tales dotes por las que era conocido y requerido en las veladas de moda. Su especialidad era la quiromancia, esto es, la lectura de las líneas de la mano. Un poco medio en broma, debido a la cantidad de champagne ingerido por todos los presentes, procedió a leer la mano de la gentil artista española. Comenzó la lectura, en francés, augurándole éxito y fortuna, pero en un momento dado cambió al alemán para augurar una muerte pronta y en plena juventud. A su alrededor se hizo un incómodo silencio. Consuelo, con aquel desconcertante talento que poseía para los idiomas, lo entendió todo. Sonrió, le dio las gracias al augur con uno de sus deliciosos mohines y brindó con los presentes por su futura fortuna. Más tarde, en su habitación del hotel, comentaría el incidente con su inseparable Nati: en realidad estaba más afectada de lo que había querido confesar, porque siempre tuvo una cierta tendencia a la superstición y pecaba de crédula. Nunca olvidó este incidente y en el año 1915, cuando ya su enfermedad se había empezado a mostrar en toda su crudeza, lo comentó con todo aquél que quisiera escucharle y lo asumió como una premonición de su cercano fin.

En España, la figura de la clásica gitana que echaba la buenaventura
tuvo cierto predicamento entre los más supersticiosos

Para colmo, poco antes de ser operada, Consuelo tuvo otro de sus avisos premonitorios (o lo que ella consideraba como tales). Estimando prudente poner en orden sus asuntos económicos, acudió con su hermana Petrita a su banco, en la madrileña calle de Alcalá. A la salida coincidieron con la llegada de un coche que se paró frente a ellas y del que descendió una dama de aspecto majestuoso, vestida íntegramente de blanco. Se quedó mirando fijamente, con una vaga sonrisa dibujada en su pálido rostro, a Consuelo; o al menos a ésta le pareció que así lo hacía. Se cruzaron sin mediar palabra y no pasó nada más, pero en la mente de la artista quedó grabada la intensa mirada de la dama de blanco. Estaba convencida de haberse cruzado con la mismísima muerte, cuando seguramente se trataba de una admiradora que había reconocido a la célebre Fornarina.
En sus confidencias y en alguna que otra entrevista, Consuelo decía estar segura de que iba a morir joven. Incluso antes de enfermar, cuando aparentemente nada hacía presagiar su fin, tuvo esa extraña certeza. Podía haber sido una "pose modernista" -lo melancólico y lo fatal estaban de moda-, pero tal pose no concuerda con una personalidad extrovertida y luchadora como la suya. Algo sucedió en su vida, en una época temprana, que le hizo llegar a una conclusión que resultó ser tristemente cierta. Una vez más, sólo podemos especular.

En tiempos anteriores al antibiótico, las enfermedades venéreas
constituyeron un enorme problema sociosanitario

Ya os he hablado de la que yo llamo la "época oscura" de Fornarina. Su incursión en el mundo de la prostitución fue breve y, como era de esperar, no está documentada. Pero sí se sabe que hubo un momento clave en el que una jovencísima Consuelo decidió dejar esta actividad y que, al parecer, fue debido a una grave enfermedad. Es posible que esta enfermedad tuviera consecuencias que arrastrase durante toda su vida y que, bien informada por especialistas, Consuelo supiera que podría tener funestas consecuencias al cabo de los años. Como todo son especulaciones, no entro en los pormenores de lo que sus biógrafos tan sólo han sugerido pero, elegantemente, siempre han evitado detallar.

Los médicos comienzan a insistirle para que sea intervenida. Las crisis le impiden, cada vez más frecuentemente, no sólo trabajar sino hacer incluso una vida medianamente normal. Aún así sigue intentando cumplir con sus contratos, aunque sus "indisposiciones" empiezan a ser motivo de rumores y especulaciones. En una de estas indisposiciones es visitada por Carmen de Burgos, Colombine, que en su columna para El Heraldo de Madrid publica semblanzas de famosas artistas, tanto españolas como extranjeras, entrevistadas en su entorno más íntimo.

Carmen de Burgos, hoy casi olvidada, fue una prolífica escritora
de gran éxito y prestigio a principios del siglo XX

En el caso de Consuelo, convaleciente en cama de una de sus últimas crisis, este entorno no podía ser otro que el de su propio dormitorio. La entrevista, publicada más adelante en su libro "Confidencias de Artistas", deja en Colombine un regusto amargo: la cupletista padece de fuertes dolores, tiene fiebre y está deprimida. En su estado, el diálogo no puede ser fluido y se convierte en poco menos que un lamento. Se aferra al recuerdo de Cadenas como el náufrago a una tabla y trata de restarle importancia, una y otra vez, al esfuerzo realizado en su vida para conseguir convertirse en una artista famosa partiendo prácticamente de la nada. No será ésta su última entrevista, pero sí será la más sincera y conmovedora de todas.

En sus últimas fotografías podía apreciarse
un cierto aumento de peso

Pero, increíblemente, Fornarina se recupera y encuentra las fuerzas suficientes para continuar con su vida profesional. Está contratada en el Apolo, donde hace su tradicional reaparición ante el público madrileño ("la señorita Primavera...") durante los meses de abril y mayo.
Como complemento a obras como "La Nochevieja", "La pandereta, "La niña de las planchas" o "El chico de las Peñuelas" de Arniches, Consuelo presenta su nuevo repertorio, "no tan atrevido como el de antes" compuesto por los que, crítica y público, definen como cuplés más artísticos, delicados y exquisitos. Luce esplendorosos diseños de Paquin, está algo más "gordita" y su belleza sigue teniendo esa cualidad luminosa que siempre le acompañó, aunque el maquillaje no logra atenuar del todo sus ojeras.
Sin embargo, tiene que suspender una función benéfica en el teatro Real y otra en el Gran Teatro a beneficio de la Unión Artística de Varietés. En el Apolo será finalmente sustituida por el ventrílocuo musical ¿Moreno...?, de tan original nombre como multifacética personalidad artística (tocaba el violín, el xilofón, hacía juegos malabares y ejecutaba un espeluznante número con una "cabeza parlante"), y cuya especialidad era ¡la imitación del fonógrafo!... En el mundo de las variedades de 1915, al público no le resultaba extraña la sustitución de una cupletista de estilo francés por un ventrílocuo de inclasificable estilo.

En 1915 la publicidad de ¿Moreno...? se inspiró
directamente en la guerra mundial

El 19 de mayo Fornarina está actuando todavía en el Apolo, e incluso se especula en prensa sobre la posibilidad de una próxima actuación de la cupletista junto a la Sinfónica de Barcelona. Esa noche su estado se agrava y se ve obligada a cancelar sus actuaciones hasta que se recupere, y en esos términos es contratado el ventrílocuo. En realidad ésta será la última actuación de Fornarina, y nada menos que sobre el escenario del mítico teatro, también desaparecido, como ella, en su máximo esplendor.

12 comentarios:

  1. Siempre es un placer leer una nueva entrada de este blog.
    Gracias por compartirlo.

    Saludos Narán

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  2. Ayyy! Madame, que intuyo que desgraciadamente llegamos al final de la sin par cupletista.

    La entrada, de primera, muy bien narrada y con grandes aportes en imagenes. Y se lo difícil que es encontrar imagenes para acompañar según que temas, por lo tanto, el merito es muy loable.

    Un placer siempre leérla...

    Un saludo cordial.

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  3. Encantada, Narán. El placer es mío y doblemente: por ser leída y por ser comentada. Gracias.

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  4. Efectivamente, "Retronauta", el final se acerca y lo voy alargando lo más que puedo. Después intentaré continuar con las "otras bellas del cuplé" pero sin duda no habrá otra como Fornarina. En lo que se refiere a las imágenes, qué le voy a contar que usted no sepa: un poco de hemeroteca, una pizca de biblioteca propia y una tacita de aportaciones de la red, esa es la receta. ¡Ah! y mucha afición...

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  5. Me alegra saber que repetirá con otras "bellas" cupletistas. Ya sabe que seré su primer e incondicional seguidor...;-)

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  6. Hoy te toca a ti.
    La escalera es nuestro elemento. Hoy te concedemos el prestigioso galardón al MEJOR BLOG DEL DÍA correspondiente al martes 9 de agosto de 2011 en No sin mi cámara por los contenidos y matices de tu blog. Saludos cordiales desde Málaga.
    Puedes colgar el Premio voluntariamente en tu blog.
    Ya formas parte de la Orden del Stultifer de Oro. Ahora, si te animas, tienes que fotografiar una escalera y nos la envías a edusiete@gmail.com y la publicamos inventándonos una historia.

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  7. Muchas gracias Stultifer, para mi es un honor la concesión de vuesto premio. Lo colgaré en mi blog encantada. Como encantada estoy de formar parte de la Orden del Stultifer de Oro. En cuanto tenga una escalera interesante os la enviaré. Enhorabuena por vuestro blog, que recomiendo, "No sin mi cámara", uno de los más originales que conozco (por no decir el que más...).

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  8. Muy interesante el trabajo sobre La Fornarina. Después de leer varias cosas en internet sobre esta artista, me da la sensación de que no está tan, tan olvidada como yo supuse tras contemplar el lugar en que reposa en la Sacramental de San Isidro, de Madrid.
    Estoy seguro que consiguió hacer feliz a mucha gente con su voz, con su arte; sólo por esto ya merece nuestro recuerdo.
    Un saludo afectuoso, "Capayespada".

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  9. Segun se relata, el sucedido de quiromancia que bien escribes, fué forzado por Fornarina mediante la promesa de un beso ya que el caballero no quería comentar los signos de la mano de Fornarina, al ver interrumpidas las lineas "de la vida". Incluso parece ser que cambió su explicacion de los exitos futuros y riquezas en frances por el aleman (que supuso que ella no comprendería) , ocultando el triste final.
    Ella debió percatarse del mal augurio y le preguntó :

    - Entonces, ¿ sere rica en plena juventud ?
    - Efectivamente
    - Pues entonces ¡ que venga la muerte cuando quiera !

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  10. Este incidente del quiromante es especialmente reseñable en la biogafía de Fornarina, pues tiene alguno de los ingredientes de los que están formados los mitos: un toque sobrenatural, un escenario de lujo y una actitud valiente. Parece ser cierto, ya que son muchas las fuentes que lo mencionan, sin apenas variaciones. Tengo que decir que, aún no creyendo en este tipo de cosas, a mí misma me sucedió hace muchos años algo muy parecido: de todo lo que me dijo la supuesta adivina, tengo que reconocer que se cumplió un porcentaje altísimo. Afortunadamente, no mencionó la esperanza de vida, aunque tampoco vio la fortuna en las líneas de mi mano...

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  11. Que blog tan maravilloso, que bien documentado, imagenes preciosas, ilustraciones, me alegro de haber dado con él, podrías pensar publicar un libro con todo este material.

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    1. Muchas gracias por tu opinión, tan positiva y entusiasta. Tengo que reconocer que la idea de escribir un libro con el contenido del blog, algo corregido y aumentado, se me ha pasado por la cabeza. De todos modos, publicar un libro ya "son palabras mayores", me tendría que mentalizar...
      De nuevo, gracias, muchas gracias por haber pensado que este blog podría convertirse en un libro.

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