La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

jueves, 30 de noviembre de 2017

LAS OTRAS: Mary Focela (y III)

La Focela en 1919, el año del escándalo, descorriendo
el telón de la fama en la revista Nuevo Mundo

Dejamos a la Focela en la entrada anterior (tiempo ha...) convertida en una heroína españolista en el corazón de la Cataluña nacionalista de 1919. Muy a su pesar se hace famosa por un hecho que nada tiene que ver con su arte como cupletista. Aparece en todos los periódicos de aquellas fechas, y cuando digo todos quiero decir realmente todos: madrileños, barceloneses o albaceteños, conservadores, radicales, liberales o nacionalistas, los periodistas están de acuerdo en que la noticia del momento es Mary Focela y el escándalo de "La hija de Malasaña" en el teatro Goya barcelonés. Obtiene así la pequeña cupletista sus quince minutos de gloria durante siete representaciones que Julian Fernández Piñero glosa así en El Dia:

La señorita Mary-Focela ha soportado gallardamente, heroicamente, siete alborotos en contra suya, 700 imprecaciones por minuto, 70.000 silbidos por noche.

En el congreso de los diputados se convierte en tema de discusión y debate. En la sesión del 4 de febrero de 1919 Federico(o Frederic) Rahola, parlamentario nacionalista catalán, afirma que "una cupletista de cuarto orden no pude ser la encarnación de la patria, como pretende la Liga Patriótica Española", dejando además entrever que la artista tiene como mujer una reputación más que equívoca... La bronca es sonada, con insultos y bastonazos incluidos. Hubo quien consideró que ese día el respetable congreso se convirtió en un espectáculo de genero ínfimo protagonizado por Rahola, Cambó, Villanueva, el presidente de la cámara, el resto de diputados y un señor despistado que pasaba por allí. En fin, que en lugar de "la marimorena se armó la marifocela".

En realidad más dolida por lo de la "cuarta categoría" que por los ataques a su virtud, aparece al día siguiente una carta de la cupletista dirigida al director del diario El Imparcial, que así decía:

(...) Al llegar hoy a Madrid me entero de lo que dijo respecto de mi humilde persona el diputado catalanista Sr. Rahola en la sesión del congreso de ayer. Supongo que ante el público será justificada mi protesta, ya que están bien patentes en las palabras pronunciadas por dicho diputado conceptos injuriosos que lastiman, no sólo mi crédito artístico, que en este caso nada me importa, sino mi reputación privada.
Maltratada, valiéndose de su impunidad, por el Sr. Rahola, con semejanzas indignas, no tengo que oponer más que dos afirmaciones:
Una, que como artista no he cometido más delito que cantar una canción en la que se da un viva a España; y otra, que como mujer me considero tan respetable, por lo menos, como aquella a quien deba más respeto dicho señor(...)".

Frederic Rahola, retratado por Ramón Casas
(fuente: Wikipedia)
A pesar de tanta indignación y tanto menoscabo personal, lo cierto es que la escandalera tuvo un efecto secundario positivo en la depauperada carrera de la Focela, ya que fue contrata por el empresario del teatro Lara de Madrid para su inmediato debut. El Lara era la meca del cuplé y en él actuaban sólo las mejores cupletistas del momento, aunque en este caso la artista fue llevada allí por la enorme publicidad que le diera el sonado escándalo del teatro Goya. Cuando eras nombrada en el mismísimo Congreso de los diputados, no había empresario de varietés que se resistiera a tan gratuita propaganda y había que actuar con celeridad. Así las cosas, el debut se hizo con prisas, trufado de oportunismo e improvisación. Estaba claro que no podía salir bien, pero en el Lara le ofrecen sesenta duros por noche, el doble de lo que cobraba normalmente y Mary no se lo piensa dos veces. Encuentra habitación en el hotel París de Madrid, donde recibe a los periodistas y es fotografiada por Alfonso, tal y como aquí os muestro (perdón por la mala calidad).


A los periodistas madrileños la pequeña cupletista no les hace "ni fu ni fa". No la consideran guapa, ni especialmente bien dotada, tiene los ojos saltones y el cabello lacio, es muy pequeña de estatura y no demasiado ingeniosa. Además los rumores corren por los mentideros de la villa y no son precisamente positivos: se habla de un rico comerciante de tejidos de Terrassa, viejo pero multimillonario, que protege a la Focela (a pesar de su evidente falta de encantos). Ella se defiende desmintiéndolo todo y poniendo por delante a su novio, del que no da el nombre aunque sí da el de su abogado, Emiliano Iglesias, por si acaso hay que demandar y defenderse legalmente de tanta calumnia. Preguntada por los sucesos de Barcelona, da versiones contradictorias y muy diferentes de la oficial. Obviamente estas entrevistas no consiguen el efecto de mover al público para asistir a su actuación y, para colmo, no llegan a tiempo las maletas con el vestuario de escena, teniendo que recurrir a un traje de noche negro con abalorios de azabache. Es como si hubiera un complot en su contra en el que Madrid se ha puesto del lado de los nacionalistas catalanes para "cargarse" el debut de la Focela. Una cosa muy loca, muy de los tiempos del cuplé.
Caricatura del debut en el Lara, con el
traje de calle con el que tuvo que actuar
Su figura menuda y vestida casi de luto, se defiende como puede en el imponente escenario del Lara. Es pequeña, pero se crece en escena y su voz es como la de todas, ni mejor ni peor. Pero para Mary su debut fue un fracaso, aunque relativo y algo discutible. No consiguió el esperado fervor del público madrileño con los ¡Viva España! de "La hija de Malasaña" y fue ovacionada con cierta tibieza. Sólo al sonar la Marcha Real consigue levantar al respetable de sus asientos, ya al final de la actuación. Esa misma noche rescinde su contrato con el Lara y la empresa, comprendiendo el error de su precipitada contratación, la deja ir sin remordimientos, siendo sustituida por la inmensa Pastora Imperio.
Siempre es buen momento para incluir una imagen
de Pastora Imperio en este blog...
El 16 de febrero de 1919 aparece en el ABC una reseña sobre Mary Focela escrita por José Juan Cadenas, todo un entendido en el mundo del cuplé. En pocas palabras nos aclara cual fue la acogida de la Focela en su debut en el Lara y hasta qué punto su debut fue el producto de una circunstancia de origen político y no artístico:

En las Folies [entiéndase, el Congreso de los Diputados] de la Plaza de las Cortes tuvimos un debut sensacional: el del Sr. Rahola. Como consecuencia de este debut, la empresa del Lara contrató a la Srta. Mari-Focela.
Rahola y la Srta. Mari-Focela puede decirse que actuaron al alimón. El Sr. Rahola con su aspecto de domador de fieras de Montmartre provocó la furia de los diputados. La señorita Mari-Focela, la noche de su presentación, despertó el entusiasmo de los espectadores. En el Folies de la Plaza de las Cortes hubo insultos, denuestos, imprecaciones y puños en el aire. En la Bombonera de la Corredera hubo vivas a España, Marcha Real y entusiasmo a todo trapo.
¿Y después? La segunda audición del Sr. Rahola pasó inadvertida. Había vuelto a renacer la tranquilidad y nadie se indignó contra él.. El Sr. Rahola continuó su discurso exhibiendo su melena y y sus bigotes encerados.
 La segunda salida de la Srta. Mari-Focela se hizo ya sin Marcha Real, sin vivas y... sin entusiasmo patriótico. Era de esperar. No se puede pedir al público que todas las noches, entre doce y cuarto y doce y media, se entusiasme y se sienta poseído de bélico ardor.
Pero la Srta. Mari-Focela, que se había acostumbrado al acompañamiento de la Marcha Real, y que venía de Barcelona, donde a diario escuchaba vivas y mueras, Himno de Riego y Segadors, creyóse defraudada y rescindió el contrato. Hizo mal... el público hubiera continuado viéndola con gusto.
Con más gusto que al Sr. Rahola... Porque la Srta. Mary-Focela podrá ser -como dijo el Sr. Rahola- una cupletista de cuarta clase, pero el Sr. Rahola es un orador de furgón de cola...
De los furgones más arrimaditos a la cola...

La actuación de Mary en el Lara no fue quizá el fracaso absoluto que ella creyó vivir, aunque siempre le vino grande tal escenario. A continuación es contratada por el Barbieri, sala más modesta, donde encuentra mayor acomodo y menor paga durante una semana, pero consigue que le pidan bises de alguno de sus temas más conocidos, incluido "El relicario". Después del escándalo del Goya y su elevación a los muy dudosos e inconstantes altares de la política patria, Mary llegó a soñar con aumentar su caché hasta la extravagante cifra de doscientos duros por noche, al parecer aconsejada por su novio y su abogado. Lo cierto es que en su siguiente actuación en un teatro de Cáceres vuelve a cobrar entre veinte y treinta duros, sin grandes ovaciones ni escándalos de ningún tipo. Después es contratada en Córdoba, donde decide no actuar después de cobrar un adelanto al empresario Joaquín Guerrero. Éste, haciendo honor a su apellido, demanda a la cupletista, le retiene vestuario y decorados, airea el asunto en la prensa nacional y deja el ya escaso prestigio de la Focela por los suelos. En verano hace unos bolos por diferentes ciudades costeras y llega a actuar en Lisboa, en un teatro de tercera categoría y medio escondida entre los nombres del resto de la compañía. Y después de todo esto, sobreviene el silencio. Lo peor que le puede pasar a una cantante.

En mayo de 1964 el mítico Federico Gallo dirige el programa "Llamada al corazón" desde los estudios barceloneses de Televisión Española. Se trataba de una especie de reality de corta duración, durante el cual se hacía primeramente una conmovedora semblanza y a continuación un llamamiento a la solidaridad del público español hacia un personaje presumiblemente famoso en el pasado y evidentemente necesitado en el presente. En el tercer programa se presenta el emotivo caso de una tal María Focela "que en su día conoció el halago de los aplausos de los principales teatros de España". Como Mary Focela llegó a estrenar el más famoso de los cuplés y ahora malvive trabajando en una fábrica de galletas.

Mary recibiendo una llamada solidaria
Durante el programa Mary llora y ríe alternativamente, recordando su pasado feliz y su precario presente. Recibe llamadas en las que se le ofrece ayuda económica, quizá de algún viejo admirador o de aficionados al cuplé que aún la recuerdan. Según la dirección del programa, las aportaciones económicas le permitirán salir del bache en el que se encuentra y enfrentarse al futuro con cierta "holgura".
El último saludo al público de una cupletista
Después todo pasa. La emisión termina y se apagan los (pocos) televisores en blanco y negro de aquella España de 1964. El programa es en directo, tras su fugaz regreso a los aplausos y los focos, Mary vuelve a su casa y retoma su vida. Quiero creer que algo cambió aquella noche y eso que llaman la magia de la televisión fue efectiva, al menos por una vez, en este caso. No sé más de su vida ni de todo lo que sucedió en sus más de cuarenta años de retiro, casi de invisibilidad. Las buenas chicas del cuplé se merecen buenos finales, aunque sean de cuarta categoría.




jueves, 16 de febrero de 2017

LAS OTRAS: Mary Focela (II)

Partitura de "El Relicario" en la que aparece
como creación de Mari-Focela
El final de la primera entrada nos dejó a Mary instalada en Barcelona, tan inconscientemente feliz que bien se merecía, por una vez, tener un poquito de suerte. Y es que la suerte, a menudo tan esquiva, inconstante y caprichosa, había sido todo eso para la Focela y aún se había superado en su caso. El ejemplo de ello forma parte de la historia del cuplé, ya que tuvo en sus manos la oportunidad de hacerse famosa por haber estrenado "El relicario" -el más famoso de todos los cuplés, con permiso de "La violetera" o "La machicha"- y la desperdició sin que se sepa todavía muy bien el porqué. La historia es, a grandes rasgos, la que os cuento a continuación.
Armando Oliveros y José Mª Castellví, de oficio periodistas y de afición letristas, habían compuesto la letra para un pasodoble inspirado en la romería de San Eugenio o de la Bellota, que se celebraba en el monte de El Pardo madrileño el quince de noviembre. Según una de las versiones de Oliveros, corría el año 1914 cuando el marido (o novio, o lo que fuera) de la principiante Mary Focela les pidió una canción para la presentación de "su mujer" en el Arnau de Barcelona. Al parecer la cupletista tan sólo tenía una cosa clara: quería un número en el que pudiera salir a escena vestida de maja y que se diferenciara de lo que en aquellos momentos se cantaba en los escenarios barceloneses. Oliveros y Castellví pensaron que este pasodoble sería el más indicado para tal fin, aunque todavía les faltaba por pulir algunos detalles.(1)
El maestro Padilla, mítico compositor de cuplés
(fuente: www.libertaddigital.com)
Pidieron opinión y ayuda al maestro Padilla que en cinco minutos (siempre según Oliveros) les compuso la música como quien se come un huevo frito mojando pan: con avidez, cierto método y disfrutando de ello. Aún así no conseguían dar con la segunda estrofa y pasaron varias semanas hasta que apareció providencialmente "el padre de la Focela" (que era huérfana) que les pagó ocho duros para que terminaran el cuplé de una bendita vez. La inspiración volvió y se manifestó en todo su esplendor, terminaron la letra y le entregaron el pasodoble a la cupletista que, más contenta que un pajarillo en libertad, debutó en el Arnau pocos días después y allí se mantuvo durante un mes incluyendo "El Relicario" entre sus otros temas. La acogida fue tibia el día del estreno y nada hacia pensar en el éxito que posteriormente alcanzaría. Después de la Focela se lo "llevó" Blanquita Suárez al Romea de Madrid y comenzó a pasar de mano en mano porque, según palabras de Oliveros en 1956, "en aquellos tiempos había tantas cupletistas como ahora novilleros". Tras una versión de Conchita Ulía, fue la Meller la que finalmente lo adoptó dándole un tiempo más pausado y dramatizándolo como tan sólo ella sabía hacer. Primero lo grabó y posteriormente lo estrenó en París con una escenografía novedosa e impactante: traje negro, mantilla calada hasta las cejas, fondo neutro y un único foco apuntando hacia ella en todo momento. El éxito fue estruendoso y así hasta la fecha.
Raquel Meller interpretando "El Relicario"
en un famoso retrato de Carlos Vázquez
Sabiendo la historia, en una de sus múltiples versiones, ahora ya conocemos que la intervención de la Focela en "El Relicario" fue definitiva a la hora de su composición, pues suya fue la idea de aparecer vestida de maja, suya la de hacer algo diferente a lo que entonces se estilaba y suyos o de su padre, (o del fantasma de su padre) los ocho duros que culminaron la composición. Y a pesar de todo ello no fue suya la gloria por falta de suerte, por falta de talento o simplemente por no ser la Meller, que sólo hubo una. Aún así Mary lo grabó y lo cantó durante años asegurando siempre que era una creación suya. Y no mentía.
Mary Focela caracterizada como "La camillera",
uno de sus cuplés más populares
Pero sigamos con la historia de la pequeña cupletista tal y como la dejamos en la primera entrada. En 1917 es contratada en diferentes teatros españoles: comienza el año actuando en Valls, en febrero y en marzo está en el Lírico de Palma, a continuación debuta en el Teatro Circo de Albacete donde es prorrogada al obtener un gran éxito; en abril actúa en el Vital Aza de Málaga junto a la bailarina Nati la Bilbainita y de allí, como era de rigor, da un pequeño salto continental hacia Melilla y debuta en el Salón Imperial, donde es presentada como "canzonetista de aires regionales". En agosto regresa en Barcelona y en el Moulin Rouge vuelve a enfrentarse a las malas críticas: hay quien le llama "la frigorífica" por su escasa capacidad para calentar al público, critican su "figurilla de rana" y su voz de "tonos discordantes", celebran el final de su contrato con un sonoro "¡Que no vuelvaaaa!" y otras perlas por el estilo. Y la ostra de la que procedían era, con toda probabilidad, la mala baba cultivada por el crítico Manzanares Nausa.
Manzanares Nausa en 1916, tan elegante
y atildado que casi parece inofensivo
Ajena a todo, Mary continúa actuando en Barcelona. En Eldorado comparte escenario en septiembre de 1917 con Tórtola Valencia y lejos de ser eclipsada por la bailarina recibe comentarios positivos por parte de la crítica, incluso en catalán. En la Ilustració Catalana dicen de ella que posee gran frescor, potencia de voz y "exquisida gràcia i fina intenció" en el decir y en el accionar. Su éxito en Eldorado es tal que incluso la revista Eco Artístico le dedica una entrevista-reportaje a doble página, acompañada por dos fotografías de estudio que aquí os dejo (disculpad su mala calidad).
La primera: Mary en pose pensativa,
con traje y tocado a la moda
El reportaje, notoriamente propagandístico, está hecho con el propósito de darle publicidad positiva con gran derroche de adjetivos encomiásticos. Se habla de sus principios "como una de esas criaturas anónimas que a diario engrosan las filas, ya nutridas, del varietés" y de cómo ha sabido esforzarse, meritoriamente y desde abajo, para ir ganando puestos como artista destacada.

"Mari-Focela ha llegado donde ella no pensó nunca; aquella muchacha menudita, que vino a Barcelona, hace dos años, en una comunidad de mujeres que por llamarse algo se llamaban artistas, es actualmente una de las primeras artistas del género de varietés.(...) Era algo así como la magnesia efervescente; pero sólida, la faltaba el líquido para subir, y el líquido ha sido el público de uno y otro sitio, que con sus aplausos la ha elevado al envidiado sitio que hoy ocupa, muy justamente por cierto."

Y el resto está redactado en el mismo tono, muy en el estilo que Eco Artístico reservaba para publicitar a sus artistas favoritas. Nada sorprendente sino fuera por el autor del citado texto: nada más y nada menos que nuestro muy estimado Manzanares Nausa, el que hasta pocos meses antes (y durante años) fuera archienemigo número uno y público azote inmisericorde de la Focela. En fin, vivir para ver.
La segunda imagen : Mary en pose cupletera
con impresionante mantilla de blonda
En la entrevista Manzanares parece tener un gran interés por saber si, ahora que acaba de ingresar en el "salón de la fama", va a debutar en el Trianón Palace (el local de moda) próximamente y la Focela admite haber sido contratada por el famoso empresario Moriones pero que no tiene ningún interés especial por actuar en Madrid. A pesar de lo que la gente piense, no es de allí, ya que nació en Algeciras, y de su familia madrileña no tiene nada bueno que contar. Sólo le queda una tía que se desentendió de ella en el pasado y que ahora ha vuelto a dar señales de vida únicamente para aprovecharse de su recién adquirida fama. Para colmo de males, del mismo Moriones sólo recibió el desprecio de un miserable sueldo de cinco pesetas en tiempos ya pasados pero nunca olvidados.
Durante toda la entrevista Mary se muestra triste y algo resentida, buscando la cariñosa complicidad de Amparo "su monísima acompañante" mientras "un gramófono vecino, que nos ha dado la lata durante nuestra charla, lanza al aire estas palabras: «Tengo yo una pena, pena.»". Preguntada por su cuplé favorito es incapaz de elegir ninguno, así que Manzanares lo hace por ella y escoge entre todos "Mala entraña", otro tema mítico del asturiano Martínez Abades.
Aquí os dejo la inolvidable versión de la Montiel en su película "La violetera", gracias a Egor Savin y su canal de YouTube.



Tener un cuplé como "Mala entraña" en su repertorio nos da varias pistas sobre la carrera de Mary Focela en 1917: lleva temas que constituyen auténticos éxitos de la época y arrastran al público allá donde son cantados; parece haber asentado sus gustos y tener cierta propensión al cuplé de tipo sentimental que se ha puesto de moda; y se ha convertido, por fin, en una figura a tener en cuenta. Termina el año actuando en dos teatros barceloneses, el Goya y el Montecarlo, donde comparte escenario con artistas como Emilia Benito, María Montes (la cupletista), la bailarina Blanquita Ungría "la rival de la Argentinita" y Carmen de Triana, que comienza como sustituta suya debido a un inoportuno catarro de la Focela.
¿Qué escondería Carmen de Triana debajo de la mantilla?
El año 1918 será el gran año de su carrera. Comienza enero en el teatro Nueva Cataluña de Lleida, después al Goya barcelonés con un "éxito estruendoso" y de allí al Moulin Rouge. En febrero actúa en el Salón Vizcaya de Bilbao, donde interpreta de ocho a diez canciones diarias y llega a cobrar doscientas cincuenta pesetas, cantidad nada despreciable para una cupletista de su nivel. Tanto gusta en Bilbao que es prorrogada y no vuelve a Barcelona hasta la primavera, para estrenar en el Moulin Rouge el fado "Cautiva en Granada", que se convierte en un éxito inmediato (hoy olvidado). En junio está en el teatro Campos de Sabadell, en julio en el Martí de Valencia donde la crítica habla de "su pintoresco repertorio y su gran voz, que sostiene notas con prodigalidad". En agosto actúa en el Teatro Circo barcelonés en un espectáculo propio de las variedades veraniegas, junto a un plantel de artistas que conforman ¡veinticinco atracciones diferentes! Recordemos que no existía la televisión y que los teatros de variedades tenían que ofrecer al público diversidad de géneros y cambios constantes en su oferta. En septiembre vuelve al Folies Bergère de Barcelona y allí actúa durante más de un mes hasta que le surge una actuación en el teatro Lara de Madrid que no puede rechazar: actuará en los "fines de fiesta" junto a figuras como Pastora Imperio y Raquel Meller. El prestigioso Lara ha transigido con "la moderna costumbre" de complementar sus obras con el final que el público demanda cada vez más: cupletistas y bailarinas.
Antigua fachada del teatro Lara
(fuente: Facebook oficial del Teatro Lara)
Después de esta breve incursión en los madriles, regresa al Folies Bergère y de allí al Gran Salón Doré, donde termina el año siendo unánimemente aceptada por público y crítica barceloneses. Es anunciada como "el éxito de la temporada, la nota saliente del día, con repertorio de su creación, lujoso vestuario, artístico decorado del célebre artista Ros y Güell" y todos se hacen eco de "exitazo de la monísima y genial cancionista". Mary se siente querida, admirada y bien pagada. Así las cosas, ¿qué más se puede pedir a la vida?, ¿que esto dure? Pues va a ser que no.
Una Focela exultante de gozo disfrutando
de 1918, su (único) año de gloria en el estrellato
A comienzos de enero de 1919 está Mary actuando en el Folies Bergère, uno de sus escenarios habituales. Son conocidas sus simpatías proespañolistas así como sus contactos con la recién fundada Liga Patriótica (españolistas acérrimos, una especie de protofascistas), así que al Folies acuden, una noche sí y otra también, un grupo de jóvenes catalanistas con aviesas intenciones, a saber, el silbido y la protesta. En un momento dado entre la artista y los citados jóvenes hay un intercambio de palabras que va subiendo de tono, cosa por otra parte muy habitual en los escenarios del cuplé. Mary cree zanjada la discusión con un "¡Viva España!" atronador (la chica tenía voz, eso nadie se lo puede discutir) pero al día siguiente vuelven otra vez los susodichos y se vuelve a liar. Algo está pasando a lo que nadie, de momento, pone nombre ni busca explicación. La Focela termina su contrato en el Folies y debuta en el Goya, otro de sus escenarios habituales. Y allí, la noche del 13 de enero, se vuelve a liar. Tal y como contó en un primer momento el diario La Época "(Mary) contestó de nuevo a los catalanistas con gran virilidad(!), algunos espectadores se unieron a ella, los catalanistas arreciaron en sus protestas y se produjo un gran alboroto, (...) la policía restableció el orden y la cupletista siguió cantando". Y aquí no ha pasao ná, parece decir el redactor de La Época. Pero lo cierto es que la cosa no quedó ahí ya que el escándalo fue de mayores proporciones de lo que en un principio se dijo.
"Malasaña y su hija batiéndose contra los franceses",
cuadro de Eugenio Álvarez Dumont
Todo fue por culpa de un cuplé. En la historia de la música hay quien le echa la culpa a la bossa-nova, hay quien culpa a un tango maldito y hay quien no necesita música para encontrar conflictos. Pero aquí tuvo la culpa un cuplé que podríamos clasificar como de género histórico-madrileño, titulado "La hija de Malasaña" y que en su inofensiva letra así decía:

Soy madrileña neta de Maravillas.
soy de aquellas mujeres que el Dos de Mayo
con su ejemplo animaban a los chisperos
a defender su patria contra el gabacho.

Soy de aquellas mujeres que, enardecidas,
llevaron los cañones del Parque al Prado.
Soy de aquellas mujeres que en plena lucha
cargaban los fusiles a los soldados.

Lucho como una leona
al grito de ¡viva España!
y es que por mis venas corre
la sangre de Malasaña.

Soy madrileña neta de Maravillas,
fui novia del chispero más arrojado
entre aquellos valientes que el año ocho
la invasión contuvieron a trabucazos.

Defendiendo su patria perdió la vida,
y cuando vi que, muerto, cayó a mi lado,
agarrando el trabuco me erguí furiosa
y quise por mi majo morir matando.

Lucho como una leona
al grito de ¡viva España!
y es que por mis venas corre
la sangre de Malasaña.

Ahora ya sabemos de dónde salía el estentóreo ¡viva España! de Mary Focela en los escenarios barceloneses. Llevaba este cuplé en su repertorio luciendo atuendo de maja a juego con el tema, echándole vozarrón y muchos bemoles a la cosa, sabiendo positivamente que el teatro se encontraba lleno de falsos espectadores, en realidad miembros de uno y otro bando con ganas de liarla parda aquella noche u otra cualquiera.
Juan Vázquez de Mella, en cuyas ideas se inspiraron
los fundadores de la Liga Patriótica Española
Pero el caso es que fue aquella noche precisamente, la del 13 de enero, en la que "La hija de Malasaña" provocó un alboroto de enormes proporciones. La bronca se trasladó a la calle y en el exterior del teatro Goya hubo cargas policiales y se llegaron a oír disparos. El cuplé de la Focela tuvo sonadas consecuencias y para demostrarlo nada mejor que las cifras: fue la causa de la detención de cuarenta y tres hombres, de los que treinta y nueve quedaron encarcelados y tres pasaron en Delegación entre doce y treinta horas; algunos quedaron en libertad bajo fianza de 1.000 pesetas (cantidad más que considerable en aquella época) y otros menos afortunados ingresaron directamente en la Cárcel Modelo; entre estos últimos hubo de todo: un procurador, un abogado (José Mª Padrós), cinco estudiantes, dos comerciantes y el resto empleados o dependientes, hasta un total de catorce detenidos.
La Cárcel Modelo de Barcelona
(fuente: http://lagrancorrupcion.blogspot.com.es)

A la mañana siguiente el gobernador civil de Barcelona llamó al empresario del Goya diciéndole que "si no cuenta con los medios para evitar incidentes como el ocurrido anoche con la artista Mary-Focela, prohiba que trabaje la dicha artista". La dicha artista alega una enfermedad y no pisa el Goya ni sale de su casa en todo el día, por si acaso. Esta decisión del gobernador, que favorece a los nacionalistas, es muy comentada. El lío político estaba servido y el asunto del cuplé llegó hasta el parlamento. Un buen ejemplo de cómo, a poco que unos cuantos se empeñen, se consigue soliviantar al personal en temas de cierta entidad tomando como base nimiedades tales como un cuplé.

Pasados unos días, la noche del 17 de enero, se celebra la función de beneficio y despedida de Mary en el Goya. Seguramente a causa de las detenciones practicadas, que afectaron principalmente al sector catalanista, esta noche tan sólo se encuentran en el teatro espectadores proespañolistas o al menos neutrales en esta guerra. Miembros de la Liga Patriótica le hacen entrega de un ramo de flores y un misterioso pergamino a la beneficiada. Los espectadores piden que se lea pero los de la Liga aducen que no se puede debido a la situación... política. Sin embargo durante la actuación se dan vivas a España, al rey, a la Cataluña española y a la artista, se ejecuta la Marcha Real, se interpreta la canción del soldado(?) y Mary es obligada a cantar dos veces "La hija de Malasaña" en desagravio. Su éxito es estruendoso y el escenario se llena de sombreros y ramos de flores atados con cintas con la bandera española, aunque ella hubiera preferido alguna que otra pulserita o pendentif de brillantes. En fin, no se puede ser musa de la españolidad y al mismo tiempo hacerse un capital que le asegure el futuro a una chica del cuplé. O acaso sí. En la próxima entrada os contaré en qué quedó tan feo asunto y si sirvió para relanzar la maltrecha carrera de la Focela o para rematarla, arrastrándola hacia las simas del fracaso al son de "La hija de Malasaña".



(1) El mismo Oliveros se contradijo al asegurar, en otra de sus versiones, que no existía la letra escrita previamente sino que fue fruto de la necesidad de la Focela de "salir vestida de maja". Para colmo, según algunas fuentes, la presentación fue posterior a ese año y el teatro bien pudo ser el Edén Concert o el Doré.

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