La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

martes, 22 de septiembre de 2015

LAS OTRAS: Salud Ruiz (y V)

Salud en 1930, a punto de retirarse de la escena
Esta es la última entrada sobre Salud Ruiz. Una artista olvidada y prácticamente desconocida hoy en día, como tantas otras artistas de la época. Su carrera fue larga y muy provechosa, pero su fama no fue nunca a la par con el éxito que cosecharan algunos de sus cuplés, convertidos posteriormente en clásicos del género. Pasados sus años de máxima popularidad, hacia 1929 Salud se dedicaba principalmente a la radio, medio que se había puesto de moda y vivía una etapa de popularidad que en España persistiría hasta la llegada de la televisión, bien entrados los años cincuenta.

Portada de la revista "Ondas" en 1926,
dedicada a la programación radiofónica
Os dejo aquí un ejemplo de la programación de Unión Radio, exactamente la del viernes 13 de enero de 1929, a partir de las 10 de la noche: actúa, entre otros, Salud Ruíz que canta el pasodoble "Porque soy española" de Prado y Bertran Reyna, "El sentir de mi muñeca" de Luque y Espert, "La plazuela de las campanillas" de Valverde y Ortiz de Villajos, "Cleta" de los mismos autores, "Tierra de pinares" canción segoviana de Villán  y Costa y el pericón argentino "Brisas del Plata" de Sardex y Bertrán Reyna, junto con la Orquesta de la Estación.
En cuanto a sus actuaciones, apenas aparece ya en otras que no sean actos benéficos y en junio de 1929 participará en La Latina en la gran función en beneficio de los pobres del castizo barrio madrileño. En julio actúa en otro festival benéfico, en el Viena Park, en el que la recaudación se destinará a hacerle un monumento al capitán laureado Jordán de Urríes. Junto a Salud actúa la artista más popular de la época, la la argentina Celia Gámez, la pizpireta reina de la revista.
Convertida en artista radiofónica, en los
tiempos en que las actuaciones se hacían en directo
Poco le quedaba ya a Salud del brillo de sus mejores épocas, aquellas en las que le sonrieron la fama y fortuna. Llegó el momento de la retirada. Proclive a la melancolía y con cierta propensión a los achaques, en cuanto pudo hizo lo que tantas otras buscaban con denuedo y no siempre conseguían: casarse y hacerlo en buenas condiciones. Tuvo suerte y el marido de Salud resultó ser un buen mozo con desahogada situación económica, enamorado y cumplidor en todos los aspectos.

En la Alameda de Málaga, después de su retirada,
convertida en una señora de elegancia algo recargada
Así las cosas no es de extrañar que la cupletista mandase su carrera en los escenarios lo más lejos que pudo y, con todo el ímpetu que su delicada constitución física le permitió, de una patada lanzó a la estratosfera actuaciones en teatros cada vez de menor categoría, agotadoras giras por provincias que reportaban más penalidades que dinero, actuaciones radiofónicas escasamente pagadas que tan sólo beneficiaban a los anunciantes, etc, etc. Salud se retiró y nunca se arrepintió de ello, más bien todo lo contrario. No le costó mucho al novio conseguir de su amada el compromiso firme de abandonar su carrera. Siendo una figura de segunda categoría, había ganado todo lo que podía ganarse sobre un escenario (su inversión en joyas fue cuantiosa) y el cuplé se batía en retirada. Prácticamente cobijada en el mundo de la radio, sin duda en pleno auge pero carente de la vistosidad de la escena, no se puede decir que nadie echara de menos a Salud en los escenarios. Si acaso, su buen amigo Álvaro Retana que siempre la tuvo en alta estima, como artista y como persona. Y así, anónima y más feliz que una perdiz, casose Salud sin arrepentimiento alguno y no echó la vista atrás hasta muchos años después, indirecta y felizmente recuperada para el mundo del cuplé.

Salud Ruiz, la primera por la izquierda, junto a Sara Montiel
y Carmen Flores (con abrigo de piel), a finales de los años cincuenta
Con motivo del éxito de "El último cuplé" el público español vuelve a sentir interés por las viejas glorias del género. Se organizan homenajes, se publican entrevistas y semblanzas, se hacen reportajes en la prensa gráfica de la época... todos ellos siempre girando alrededor de la figura de Sara Montiel. En la imagen que aquí os dejo podemos verla junto a Salud Ruiz y Carmen Flores, todavía grandes amigas después de tantos años. Del repertorio de Salud la manchega había interpretado, muy a su manera, "Nena" y "Mi hombre". Su voz profunda y susurrante poco o nada tenía que ver con el estilo potente (y algo estridente) de la jienense, irremediablemente pasado de moda casi cuarenta años después.
La casa de Salud Ruiz, en el número 5 de la
madrileña calle de Mejía Lequerica
Hacia 1966 le hacen un completísimo reportaje biográfico en el que Salud rememora sus días de fama, sin rencores ni melancolías, más bien con el afecto lejano que se puede sentir por alguien que pertenece a nuestro pasado, alguien querido pero no añorado, respetado pero no admirado. A sus setenta y un años, la otrora meliflua cupletista se ha convertido en una entrañable abuela, con un porte menudo y elegante, que esparce a su alrededor el aroma de la respetabilidad, las buenas costumbres y su poquito de laca.

Salud, a la derecha, acompañada por su hija María de la Fe,
sus cuatro nietos y su "cochazo"
Vive en una buena zona de Madrid, su coche nos comunica una posición económica desahogada, su hija y sus nietos son de película española de entonces, aquellas que hablaban de familias numerosas, simpáticas, pulcras y bien avenidas. Ha incluso cierto eco a "La gran familia" o "La familia y uno más": los niños se llaman César, Augusto y Fernando (no sabemos cómo pero éste último se libró de ser Pompeyo, Tiberio o Adriano, pongo por caso); la niña, como homenaje a la abuela, se llama Salud.

Aquellas falditas tableadas, aquellos blazers cruzados,
aquellas corbatitas y aquellas trenzas...
Salud terminó su vida aferrada a la respetabilidad y la prosperidad que todas las chicas del cuplé ansiaban y no todas conseguían. Estoy segura de que fue feliz y de que su familia no se avergonzó jamás de ella y de su pasado cupletero, como desgraciadamente sucedió en otros casos. Trabajadora, ahorrativa y seria como pocas, la abuelita Salud lo hizo todo lo bien que era de esperar, aunque, quién sabe, quizá en algún momento echó de menos no haberse "despepitado" un poco más cuando era joven...

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