La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

jueves, 2 de mayo de 2013

LAS OTRAS: Antonia de Cachavera (y IV)

Antonia en su madurez, con esos ojos brillantes e ingenuos
que tanto sorprendían a sus contemporáneos
Esta es la última entrada sobre la biografía de Antonia de Cachavera. Como siempre que me sumerjo en la vida y obras de "las otras bellas del cuplé" siento una cierta nostalgia cuando todo se termina, como si estuviera de nuevo condenándolas al olvido del que he querido sacarlas durante un corto periodo de tiempo.  A Antonia, en especial, le he tomado cariño ya que es una de las más olvidadas cuando fue sin duda una de las más famosas. El tiempo no ha sido benévolo con ninguna de ellas; si acaso ha respetado la memoria de la Meller, la de Chelito, algo menos la de Fornarina y... no se me ocurre ninguna más. De hecho, el tiempo no fue benévolo ni siquiera en vida de ninguna de ellas, a no ser que murieran jóvenes y en el cenit de su fama, como la gentil Consuelito que da nombre a este blog.
Los ojos de Raquel Meller, melancólicos y evocadores,
tan diferentes de los de Cachavera
En Raquel Meller, diva indiscutible y reconocida internacionalmente, se cebaron el olvido y la crítica, convirtiendo sus últimos años en una mezcla amarga de habladurías, compasión y achaques. Y si esto le ocurrió a ella, mujer lista y ambiciosa, que supo hacerse con un capitalito y obtuvo la dignidad que a otras cupletistas se le negó, qué no iba a sucederle a la Cachavera, que fue perseguida, vilipendiada y olvidada cuando todavía era relativamente joven.
Pero mientras llega el momento del inevitable ocaso, Antonia vive durante 1920 un resurgimiento y, visto en perspectiva, la época más exitosa de su carrera. Triunfa sin discusión en el escenario del teatro Romea, descubriendo el público su faceta más trágica gracias a cuplés como "La copla maldita", que interpretaba con desgarro conmovedor y que, entre otras desdichas, contaba ésta:

Canta la copla de mi ilusión,
por la que tanto dolor sentí...
Canta la misma, para que yo,
llena de gozo, sepa el cariño
que la creó...
"Sólo esta copla te canto
que otra mujer está triste,
otra que me quiere tanto
como un tiempo me quisiste...
y voy a secar su llanto".
El que así cantó
maldito ha de ser:
¡yo le mancho con sangre la copla
que ha manchado mi honor de mujer!

Este cuplé con letra de Gil Asensio y música de Font y Anta, se inscribe por méritos propios en la moda del cuplé dramático y sentimental que en la década de los años veinte acabaría con el reinado del cuplé juguetón y sicalíptico de origen francés. Pocos esperaban de Cachavera tal cambio de registro, siendo como era la princesa -la reina era Chelito- del cuplé picante. Sin embargo "La copla maldita" se convirtió en el gran éxito de su repertorio, la canción que durante un tiempo le dio prestigio y le permitió exhibir ante el público a la gran trágica que llevaba dentro. Aún así, en su presentación en el Romea, también llevaba temas más ligeros como el fox-trot "Una Miss Seria" que afrontaba con éxito una temática cómica, con toque escatológico, pero muy lejos de las obscenidades del pasado.
"De Londón, de Londón/soy venida el mes pasado/
y de Miss me he colocado/en la casa de un barón..."
decía la inglesita de "Una Miss Seria"
La felicidad siempre le duraba poco a Cachavera y al terminar 1920 nos la encontramos de nuevo en la carretera, o más bien en las vías del tren, ya que era éste el medio de transporte que ella y otras artistas utilizaban preferentemente en aquella época sin carreteras decentes. Los viajes en tren, tanto de las primeras figuras como de las compañías, se realizaban en tercera clase cuando las cosas no iban demasiado bien, que era casi siempre. Muchos abarrotados vagones de tercera, de incómodos asientos de madera, conoció la célebre Cachavera que tanta fama de desvergonzada tenía; si lo era, bien poco le lucía, pero aún así logró hacerse con ciertos bienes, casita en la playa incluida o una espectacular capa de armiño valorada en 30.000 pesetas de la época, que fue la comidilla de sus contemporáneos durante años.
Antonia y su famosa capa de armiño, obtenida con
su esfuerzo y lo que se ahorraba viajando en tercera
Si en algo tuvo fortuna nuestra protagonista fue en el trato que la prensa de calidad le dio siempre a su figura. La admiración sin paliativos de Retana era seguida por periodistas y escritores de diverso pelaje, ya que la artista tenía como base una educación por encima de la media del resto de sus colegas y unía a su encanto equívoco una discreción natural.  Gran lectora, tenía unos gustos refinados intelectualmente que chocaban con la procacidad de sus espectáculos. Tan pronto ingenua como perversa, sencilla como sofisticada, trágica como sicaliptica, su vida personal fue siempre un gran misterio porque así se lo propuso desde un principio. De vez en cuando se ve obligada a salir de su silencio y así, la siempre discreta Antonia, se ve obligada a desmentir en 1921 su boda con un empresario (Calaf, del Royal Concert) eventualmente emparejado con la Chelito, a la que se supone traicionada doblemente, por su novio y su amiga. La carta de Cachavera, publicada en el periódico "La Acción", es un ejemplo de sobria redacción y ultrajada dignidad, y contenía perlas de estilo como las siguientes:
"Claro que la noticia de la boda no hay que desmentirla, porque se desmiente sola. Pero tras de esto pueden deducirse amores que no existen. (...) Si mi modo de ser, suficientemente conocido y probado en este terreno, no fuese barrera inexpugnable, hubiese sido suficiente a mi corrección, de haber habido caso, el saberlo comprometido con la linda Chelito.(...) Mis amores tienen el misterio y el silencio de los grandes cultos".
Chelito, en una imagen de sus comienzos,
fue amiga de Cachavera y no rival en amores,
como quisieron ciertos rumores atribuirles
Dejando de lado los temas sentimentales, Antonia sigue trabajando y en el verano de 1921 debuta en el Gran Casino Royalti de Gijón, con el vaudeville "La señora marquesa" y el poema trágico de Fernando López Martín con música del maestro Bertrán, "Agustina de Aragón", escrito expresamente para ella. Su perfecta dicción y su talento para el drama convencen al público, pero no entusiasman. Durante el resto del año actuará en el Madrid Concert de Valencia, el Salón Imperial de Sevilla, el Kursaal de Elche y el Royal Concert de Barcelona, sustituyendo a la Chelito. Aquí se ve obligada a regresar a su repertorio más sicaliptico y de poco le sirve para enaltecerse una de sus muchas iniciativas solidarias, esta vez de tintes patrióticos: publica en un periódico de Barcelona una carta abierta a todas las artistas españolas para que tomen parte en una función benéfica a favor de los soldados que luchan en Melilla, donde al ejército español las cosas no le van tan bien como deberían, al igual que pasa en la vida de Cachavera. En una actuación en el Gran Cinema de Yecla es anunciada como "la reina del cuplé" y fracasa en su intento de no ofrecer el repertorio picante por el que era conocida y esperada. En un periódico de la región se dice de su actuación que "no da pie con bola cuando se la saca de la sicalipsis". Poco ha durado la redención del Romea. Aún así, siempre fue generosa y solidaria, y este mismo año actúa en la fiesta a beneficio de la Casa de Maternidad de Alicante, en el teatro Principal, para recoger fondos para los niños sin madre.
Folleto sobre Antonia y "Su vida, su arte y sus canciones",
con una rara fotografía de la cupletista
En 1928 Álvaro Retana, admirador y amigo, se reune con Antonia en la residencia ("palacete" lo llama) que ésta posee en un lugar de la costa mediterránea que no se especifica. La cupletista, sin maquillar y vestida con un sencillo traje blanco con cinturón de hule rojo, parece tener un aspecto de eterna colegiala que contrasta con sus ojos vivos, inteligentes y algo desconfiados. Su vida es sencilla, sus hijos son su prioridad y  tan sólo le preocupa la mala reputación que le persigue como un estigma y que considera totalmente inmerecida. Lleva mal el paso de los años e intenta demostrar, con ficticios datos sobre su nacimiento y orígenes, que es mucho más joven que otras de sus contemporáneas. La realidad es que anda por los cuarenta y tantos (imposible saberlo con exactitud) y que esa edad es tabú para una cupletista.
En los últimos años conocidos de su carrera,
el paso del tiempo fue tan inclemente con la
exuberante Antonia como lo será con todos
Durante el resto de la década y principios de los años treinta, Cachavera -cada vez más deteriorada físicamente- sobrevive como empresaria formando una compañía de vodevil. Monta, con pocos medios y mucho entusiasmo, aquellos espectáculos que tanta fama le dieran y en los que el elenco se va poblando cada vez más de señoritas de físicos retozones y actores de indudable vis cómica pero escaso talento. Su "centro de operaciones" será siempre Barcelona, donde actuará en la zona del Paralelo en locales cada vez de menor categoría, los que empezaban a ser denominados como cabarets. Aún así sigue sus giras, principalmente por Levante y Aragón. Cuando llegan los años treinta las reglas en el mundo del espectáculo han cambiado para todos: la revista es la reina indiscutible de los escenarios de postín, el cuplé se bate en retirada y el espectáculo vodevilesco se ve íntimamente relacionado con términos como prostitución o juego. Cachavera se instala en el Paralelo, ya definitivamente, y sus actividades no siempre están tan claras como debieran. Antonia convierte la Gran Peña en su feudo y desde allí organiza los espectáculos que su compañía de vodevil estrena con asiduidad, tales como "Cada gol un beso" que se mantuvo en cartel durante tres meses y que nos habla de la enorme popularidad de la que empezaba a gozar el football.
La selección española de fútbol de 1922, junto a miembros de la
Federación, minutos antes de su encuentro contra la selección portuguesa
Otros espectáculos, no tan ingenuos y basados en otro tipo de deportes, gozan del favor del público barcelonés que acude al Paralelo. Los tiempos han cambiado, las coristas se atreven a lucirse en top-less sobre el escenario y las normativas son más laxas y tolerantes. Aún así, sigue habiendo próceres intransigentes y en 1933 el Sr. Selvas, gobernador de moralidad intachable y costumbres cristianas, emprende una campaña moralizadora e impone numerosas multas a establecimientos del Paralelo. A Cachavera le impone una multa de 100 pesetas, poca cosa comparada con aquellas multas prodigiosas, cárcel incluida, de veinte años atrás.
Programa de mano de la actuación de su compañía en el Salón Novedades
de Valencia, con el espectáculo "El Comandante Castigador"
En marzo de 1936, pocos meses antes de la ya conocida tragedia nacional, Antonia está actuando en el Salón Novedades de Valencia con su compañía de vodevil. El espectáculo "NO APTO para señoritas" está basado principalmente en los chistes de humor grueso y los desnudos casi totales de las señoritas coristas... y de la propia Cachavera. Personalmente pongo en duda que la fotografía que aparece en el programa sea de Antonia: ni la cara ni el cuerpo me coinciden ni me cuadran con su probable aspecto en el año 1936. Dejo en manos de mis lectores sugerencias o noticias al respecto. Al igual que dejo en vuestras manos alguna información respecto a los últimos años de su vida, las circunstancias personales y profesionales en las que discurrieron dichos años y la fecha de su muerte. Ninguna de estas informaciones aparecen ni en sus datos biográficos, ni en hemerotecas, ni en ningún otro tipo de reseña sobre su vida después de la Guerra Civil. Cachavera es, sin duda, la más olvidada de las olvidadas.
Y sepultados en el olvido casi totalmente, como el perro del cuadro de Goya, han quedado los momentos estelares de su existencia: su actuación en "Las Bribonas", el escándalo de "La Diosa del Placer", sus procesos judiciales, sus demandas y sus innumerables pleitos, su belleza anticuada y contundente, el amor que sintió por sus hijos, su generosidad, la oscuridad de su vida en los últimos años... todo sepultado y olvidado, como sólo los españoles sepultamos y olvidamos la memoria de nuestros artistas.
Lo siento, pero tengo que decirlo: esto en Francia, no pasa.
El famoso perro medio sepultado de Goya:
el olvido hace estas cosas
EPÍLOGO:

Gracias a la inestimable y experta colaboración de Xavier Quiñones de León puedo ofreceros algún dato más sobre la vida de Antonia de Cachavera.
Antonia se casó en su madurez con Ripoll, dueño del Edén Concert barcelonés. Al parecer este hombre "perdió la cabeza por ella" y descuidó la contabilidad del local, dejándola en manos de un tal Fanals, No tengo claras las consecuencias de este acto, aunque imagino que no fueron del todo buenas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...