Una sofisticada Fornarina le sonríe al futuro
José Juan Cadenas es nombrado corresponsal en Berlín del diario "La Correspondencia" en 1905. Una vez en la capital alemana, se dedica a enviar crónicas informando sobre los supuestos triunfos de Consuelo no tan solo en Berlín, sino también en París y Londres. Lo más curioso del caso es que Fornarina no había actuado en ninguna de estas capitales, todavía, y la labor de Cadenas fue más propagandística que otra cosa. Años después, durante la 1ª Guerra Mundial y siendo corresponsal de ABC, fue duramente criticado por enviar crónicas desde el frente europeo ... mientras se encontraba tan tranquilo en su domicilio de Madrid. El prestigioso periódico salió en su defensa, justificándolo con complicadas tramas de envíos postales diferidos, pero ya sabemos cómo se las gastaba el Sr. Cadenas. En fin, genio y figura.
El caso es que la prensa española se hizo eco de estas falsas informaciones sobre los éxitos en el extranjero de la "rubia y elegante Fornarina" y la consideraban ya como el paradigma del couplet francés, picante sin caer en la grosería "como otras divettes" y se especulaba con la posibilidad de que cruzase el charco rumbo a las Américas. Al mismo tiempo surge de nuevo la pregunta -retórica- que acompañó a Fornarina desde sus comienzos: ¿por qué no abandona el género ínfimo y se dedica a más prestigiosas empresas?
Consuelo continúa trabajando en España principalmente, aunque actúa a menudo en Portugal donde, por cierto, le toca la lotería. No en sentido figurado, no: literalmente le toca el premio "gordo" de la lotería nacional portuguesa y gana una pequeña fortuna que invierte, entre otras cosas, en un majestuoso mantón de Manila.
Durante 1905 y 1906 , Fornarina sigue actuando en Madrid, en el Actualidades (con Amalia Molina y Pepita Sevilla, entre otras), Romea (con Chelito y La Czarina, cupletera con truculenta historia que merece un intermedio), en Novedades (donde en diciembre de 1905 se enfrentó a unos espectadores, con la consiguiente suspensión de la representación y el consiguiente escándalo), en el Central Kursaal (junto con Pastora Imperio, Malaguita y la Camargo), etc.
En octubre de 1906, actuando en el Circo Villar de Murcia, se produce un alboroto porque el público le pide un repertorio más picante, menos decoroso y más sicalíptico. Ella, muy suya para sus cosas, se niega y se arma "la del pulpo", que en aquella época se denominaba "la de San Quintín" por lo de la batalla, supongo.
Es tan famosa que se habla de ella para bien y para mal, verdades, medias verdades y mentiras completas, rumores y bulos incluidos. El más célebre bulo acaso fuera el de su supuesta excomunión. Para alguien tan creyente como ella, debió de ser un rumor muy doloroso. Afortunadamente duró poco y la prensa, prudente, enseguida rectificó.
En 1907 Cadenas regresa a España. Su relación con Consuelo estaba todo lo consolidada que sus personalidades y circunstancias permitían. Se habían visitado mutuamente durante los años en que él permaneció en Berlín, aunque al parecer tanto el uno como la otra mantenían romances o "tonteos" con unas y con otros.
El caso es que, al volver a Madrid, José Juan y Consuelo se van a vivir juntos a un piso alquilado en el número 126 de la calle de Hortaleza(1). Les acompaña Nati, la ayudante, modista, secretaria y confidente de Fornarina. Lo que ahora consideraríamos una asistente personal. De cuándo y cómo se conocieron, nada sé. Lo que sí se sabe es que, tras pasar un período de alejamiento, el día de la muerte de Fornarina la incombustible y leal Nati estaba a su lado (hay una conmovedora foto en el hospital, que en su momento os enseñaré).
En 1907 se produce un hito en la carrera de Fornarina: estrena en el Kursaal Central "Las aventuras de Don Procopio en París" de Cadenas y Alvaro Retana, tema más conocido como "La machicha", en realidad una adaptación al español de la adaptación francesa de un baile de incierta procedencia sudamericana ... un lío que merece entrada aparte.
Después Consuelo debuta en Price junto a Pepita Sevilla, se despide para debutar en Lisboa en febrero, para a continuación regresar a Price y actuar con La Malagueñita, entre otros.
En agosto la Asociación de la Prensa da una fiesta en Parisiana, a la que acuden y en la que actúan estrellas del music hall del Romea, entre las que se encuentran Fornarina, Amalia Molina, La Cachavera, Candelaria Medina y otras. Pero ya para entonces Consuelo ha dado el salto ya que Cadenas ha sido destinado a París como corresponsal de ABC y, fiel a su cometido como agente artístico, le ha conseguido a su bella amante un ventajoso contrato en el teatro Apollo parisino.
Hay que recordar que estamos refiriéndonos, nada más y nada menos, que al París de la Belle Èpoque. Sus calles y monumentos, el ambiente artístico y cultural, los museos, galerías de arte, restaurants, cafés y teatros, son el modelo a seguir. Triunfar en París es triunfar en el mundo. Alcanzar la fama en París, aunque sólo sea por unas horas, es tocar el cielo con las manos. Y el cielo toca con sus manos la gentil Consuelito, la niña lavandera del Manzanares, cuando llega contratada al teatro Apollo, de hecho uno más de los muchos teatros de variedades parisinos.
Mas no es Fornarina la única española que actúa en el Apollo en aquel entonces, ya que comparte cartel con Pastora Imperio. Para la prensa francesa Consuelito es "la princesa linda de los bucles de oro"(sí, los franceses también pueden ser muy cursis) e Imperio es "la reina de las gitanas". Consuelo canta cuplés a la española y Pastora baila con su inconfundible estilo gitano. Las dos son grandes artistas en su mejor momento pero no son rivales sino complementarias. Su éxito es enorme.
Pero Consuelo y Cadenas no son pareja artística, forman más bien parte de un trío. Artístico, se entiende. El tercero sin discordia es el maestro QuinitoValverde, autor, coautor o adaptador junto con Cadenas y otros, de numerosos cuplés de gran popularidad en la época.
Quinito vive ya en París, durante algún tiempo en una pensión de la rue Richer, cercana al Folies Bergère, más tarde alquilando apartamentos en distintos quartiers. Su vida personal debió ser bastante movida ya que, al parecer por ciertas desavenencias de tipo personal o sentimental en España, decidió trasladarse a París al heredar tras la muerte de su padre, el ilustre compositor Joaquín Valverde. Quinito -así llamado precisamente para distinguirle de su progenitor - no tardó en hacerse famoso por sus aventuras amorosas (le llamaban "el fecundo) y su agitada vida bohemia.
Quinito Valverde en la época de los grandes
éxitos de Fornarina
Junto con su amigo del alma José Juan y una recién llegada Fornarina, se reunen en el café de Madrid, en Montmartre, con distinguidas figuras del variétés, como la celebérrima Mistinguett.
Forman parte de la nutrida colonia española que se dedicaba al espectáculo: cantantes, músicos, bailarinas, cómicos, ventrílocuos, magos, ... el colorista mundo del music hall, desgraciadamente ya desaparecido.
El sueldo inicial de Fornarina es de mil francos de la época. Debido al gran éxito que obtiene, el sueldo es doblado al poco tiempo. Quinito comienza a escribirle los cuplés que formarán su repertorio durante sus años de mayor renombre aunque, la mayoría de las veces, se trata de adaptaciones de couplets franceses. Es hermosa, admirada y amada. Vive inmersa en el París de la Belle Époque, de alguna manera, forma parte de él y al mismo tiempo lo conforma. Entra en contacto con un célebre empresario, monsieur Marinelli, que pasará a ser su "representante para el extranjero". En fin, la suerte, la fama, la fortuna le acompañan. Sin duda, vive los mejores años de su vida.
Hacia 1910 regresa a España, aunque nunca se haya ido del todo. Allí será recibida como una reina, la reina del cuplé. Pero antes de eso, aún le queda mucho que hacer, que vivir y que cantar en el otro lado de los Pirineos.
(1) El número 126 de la calle Hortaleza de Madrid ya no existe. Probablemente se deba a un cambio en el trazado de la calle o en la numeración.
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