La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

viernes, 21 de enero de 2011

LA FORNARINA X: Manón


En 1913 algunas publicaciones se hicieron eco de un rumor
sobre cierto amor trágico relacionado con Fornarina

La relación de José Juan Cadenas y Fornarina fue, como ya hemos visto, cualquier cosa menos convencional y estable. De cara a la opinión pública tenían oficialmente un noviazgo, larguísimo noviazgo, que no llegó nunca al matrimonio. De hecho vivían "amancebados", que era el nombre con que entonces se denominaba a la convivencia de pareja sin papeles ni altares de por medio.
En el mundo del espectáculo no eran un caso aislado, ni tampoco en las clases populares. Los motivos eran variados: desde un casorio anterior, en una época sin divorcio, hasta unas ideas anticlericales o agnósticas, ya que el matrimonio pasaba necesariamente por la iglesia sin posibilidad de unión civil. En las clases bajas una excusa corriente era la falta de dinero, necesaria al parecer para celebrar el bodorrio.
Este tipo de parejas, que ahora llamamos "de hecho" han existido siempre, también en países tan católicos como España y en tiempos tan aparentemente apegados a la tradición como los comienzos del siglo XX. En general, para el común de la sociedad, no estaba ni bien ni mal visto, sino todo lo contrario... Para la aristocracia, la alta burguesía o la clase media más o menos acomodada, el amancebamiento, simplemente, no era admisible. Lo podían hacer otros, "los demás", pero nunca "los nuestros".

Una boda burguesa como Dios manda: novios candorosos,
elegantes invitados y niñas con cestitos de flores

Y dentro de la categoría de "los demás" entraban sin duda los cómicos, los por siempre libres miembros del mundo del espectáculo. Era bastante común la convivencia sin papeles entre parejas de actores, bailarines y otros artistas de varietés, debido a las agotadoras tournés por España o el extranjero, a la inestabilidad laboral y por tanto económica, y sobre todo a un talante más libre, menos encadenado a las formas que el de la burguesía. Así que, como vemos, Fornarina y Cadenas no fueron excepción. Aunque también extraña la duración de su convivencia sin haberse decidido a dar el paso al matrimonio, teniendo en cuenta que ambos eran solteros, su estabilidad económica estaba asegurada y al menos Consuelo era creyente practicante. Los altibajos de su relación o el carácter tempestuoso de ambos les habrían llevado a no haber dado nunca el paso definitivo hacia el altar, pero no son más que conjeturas. El caso es que todo el mundo lo sabía pero, por supuesto, no era algo que se pudiera contar en la prensa. De cara a la galería y a las galeradas, ellos eran novios formales.
Pero estos novios, ay, no sólo discutían y se separaban temporalmente, como todos los novios, sino que además se engañaban que era un primor. Especialmente Cadenas, hombre al fin, en una época en que el hombre era el rey del harén sin discusión. Pero Consuelo también hizo de las suyas, aunque con matices, probablemente llevada por los celos y el despecho, buscando la reacción por parte de un Cadenas indiferente o ausente. Lo que entonces se llamaba dar achares.
En 1915, poco antes de su muerte, contó en una entrevista para "El Heraldo de Madrid" (que merece entrada aparte), que era mujer de un solo hombre, que en su vida había un único amor y que éste era José Juan, su Pepe, al que todo le debía y sin el que no hubiera llegado a ser nada en la vida.


Consuelo Torres, Manón, un personaje más en la
tragicomedia de Fornarina

Desgraciadamente, su Pepe hacía aproximadamente un año que había roto con ella y de muy mala manera: prohibiendo legalmente a Consuelo cantar sus composiciones y arreglos, es decir, sus temas más conocidos y solicitados. Mientras tanto, le componía todo un nuevo repertorio a otra Consuelo, Consuelo Torres para más señas, Manón para el mundo del espectáculo.

Manón luciendo diseños de Paquin

¿Quién era Manón? Pues una de tantas. Suena poco objetivo pero es la verdad. No llegó nunca a ser una artista famosa aunque sus comienzos fueron prometedores. La prensa ensalzó su figura esbelta, "alta, gentil, graciosa como una palmera del desierto", elogiaban su finura y delicadeza, su elegancia en el vestir y la elección de su repertorio, variado y culto. Es cierto que al lado de sus compañeras Manón destacaba por su estatura y su esbeltez; de hecho en sus fotografías de estudio posa como una maniquí profesional. Incluso se le dedicó una coplilla:

"Vecina, linda vecina,
la de la silueta fina
y airosa como Manón,
la que desde la otra acera
me hirió con la espina artera
que tengo en el corazón"

No era exactamente una cupletista, sino una diseuse. Ella misma reconocía tener en sus comienzos una voz de "grillo" y asistía a clases de canto en la academia del célebre maestro Larruga, autor de alguno de sus primeros temas.


El maestro Larruga en su prestigiosa academia,
aquí ensayando con los Hermanos Marcén

Pero lo más repetido en sus declaraciones a la prensa es su intención de no quedarse en el género ínfimo, poder afinar su voz hasta el punto de cantar en operetas, interpretar comedias e incluso llegar a hacer teatro serio, es decir, en verso. Y mientras llegaba esa nueva edad de oro del teatro español, Manón actúa en teatros como el Trianón Palace de Madrid (donde acabó diciendo que no volvería ni aunque le pagaran 5.000 pesetas diarias), el Novedades de Valencia, el Salón Madrid o en el casino de El Sardinero, entre otros. Hace giras por provincias e incluso actúa en Francia, concretamente en San Juan de Luz. En realidad, hace de todo: posa para reportajes de moda, hace publicidad de peleterías, se presenta a concursos de belleza, realiza reportajes publicitarios de dudosa efectividad, interviene en cabalgatas benéficas... Cualquier cosa con tal de darse a conocer y alcanzar el éxito soñado.


Tiples y cupletistas haciendo el paseillo, una extravagante idea
publicitaria de la época. La primera por la derecha es Manón

En su repertorio decía llevar tanto cuplés como canciones, diferenciando así sus contenidos. Sus toilettes eran esmeradísimas y fueron famosas sus pelucas, especialmente una rubia que era su preferida para actuar y con la que aparece en muchas de sus fotos. Tenía un bonito cabello castaño natural pero decía preferir llevar esta peluca cuando se puso de moda el pelo corto y rizado, no estando dispuesta a sacrificar su melena. No puedo evitar pensar que con esto intentaba emular a Fornarina, famosa por su cabellera rubia, a quien Manón confesaba admirar hasta la devoción, así como a otras compañeras consagradas como Preciosilla o la Goya. De hecho, uno de sus sueños era llegar a ser como la Goya, una tonadillera del siglo XVIII en pleno siglo XX.


Manón en segundo plano, acompañada por
Pepita Sevilla en una cabalgata

En su apariencia y modales, dentro y fuera del escenario, Manón era el vivo ejemplo de la elegancia, la sofisticación y la delicadeza. Su vida personal era otra cosa. Decía ser huérfana de padre militar, que su madre, su hermana Paquita (posteriormente también artista) y ella tenían que vivir con muchas privaciones a causa de una exigua pensión y que por ello decidió dedicarse a un género, el cuplé, que despreciaba. Pero lo más sabroso de su biografía era la existencia de un hijo que al parecer tuvo a la temprana edad de catorce años, tras haber sido seducida por un diplomático que posteriormente se desentendió de ella y del niño, casándose con otra mujer.


Detrás del aspecto delicado de Manón se escondía
una personalidad atormentada

Su pasado de madre soltera (y adolescente) contrastaba vivamente con su imagen de mujer sofisticada, dueña de su destino y con las ideas muy claras. No se avergonzaba de nada, contando su historia a los periodistas sin ambages ni medias tintas. En una entrevista que le concedió al Duende de la Colegiata reconoció su pasado de madre soltera sin que le temblara la voz, pero su aparente fortaleza se quebró cuando le planteó al periodista la injusticia de su situación, cuando recordó el abandono al que fueran sometidos ella y su hijo, sin consecuencia alguna para el "infame diplomático". Entonces, según el Duende, "un relámpago sangriento se vió pasar en sus ojos".


La elegancia de Consuelo Torres era innegable

No tengo el dato de cuándo conoció a Cadenas ni en qué circunstancias. Es posible que Manón acudiera a él en busca de un nuevo repertorio, aquel que le daría el éxito que hasta el momento se le mostraba esquivo. Puede ser que fuera Cadenas el que se fijara en ella y le ofreciera lo mejor que tenía, aquello que ya le había dado antes a Fornarina: sus temas, su consejo, su formación y sus influencias.
No sé si Cadenas vio en Manón una Fornarina en ciernes en la que volver a ejercitar sus dotes de Pigmalión o si lo que vio fue precisamente todo lo contrario de lo que representaba Fornarina, y de ahí su atracción. El caso es que los pocos datos que existen sobre la dramática ruptura entre Cadenas y Fornarina, independientemente de sus orígenes y su evolución, llevan siempre el mismo nombre como detonante: Manón.
Pero no parece que la historia diese para mucho más. Manón no fue la primera ni la última en la vida de José Juan Cadenas, que ya había tenido sus aventurillas con alguna que otra divette antes y durante su relación con Fornarina. No parece tampoco que prosperara su unión profesional y el famoso nuevo repertorio que se suponía iba a relanzar la carrera de Manón, no alcanzó el éxito esperado. Posteriormente Cadenas se casó, pero no con Manón precisamente.


Manón posando para la publicidad de la
"Peletería Arturo Ventura" en 1919

De las ambiciones artísticas de Manón, pocas se cumplieron por no decir ninguna: en 1911 llegó a ser una doña Inés bastante aceptable en una función benéfica en el teatro de la Comedia en la que don Juan era, ni más ni menos que don Jacinto Benavente. Manón decía que todo había partido de una especie de broma y que ensayaban paseando por la calle ante el asombro de los transeúntes o sentados en los bancos de la plaza de Santa Ana, en Madrid. Todo bastante amateur e improvisado. Y aunque recibió buenas críticas por su doña Inés, no parece que el mundillo del teatro de verso la tomara en serio por esta interpretación, considerándola una pequeña boutade, eso sí, con buenos fines: un asilo de tuberculosos.

Señoras y señores, con ustedes Jacinto Benavente
como Don Juan Tenorio...

En los prometedores comienzos de su carrera llega a cantar ante la infanta Isabel, en una función a beneficio de la Asociación de la Prensa, un tema llamado "La danza de Mimí" que no era de Cadenas sino de un tal Escamilla.
Y este Escamilla se pregunta, en un artículo para un semanario ya a finales de 1915, qué ha sido de Manón y de sus primeras intenciones de dejar el cuplé y pasar a la opereta, para después cambiar de opinión y volver otra vez al cuplé. Nada sabe de ella y lo lamenta. Termina su artículo diciendo: "Manón fue y debe ser". Y, efectivamente, Manón fue el detonante de la separación de Fornarina y Cadenas, y gracias a ello su historia debía ser conocida, llegando hasta nuestros días no precisamente gracias a la fama artística conseguida por su protagonista.

Manón obtuvo el cuarto premio en un concurso de belleza
organizado por la marca de cosméticos Peele

Siguió actuando en las variedades, en papeles cada vez de inferior categoría. En 1919 se presenta a un concurso de belleza y queda en el cuarto puesto, ganando 300 pesetas. Al final ha claudicado, cortando su melena bajo los dictados de la moda de 1919, teñida definitivamente de rubio. Buscó fortuna fuera de España, en algún país sudamericano, y allí se pierde su rastro.
No resulta difícil imaginarse a esta mujer, elegante y ambiciosa, rebajando sus aspiraciones con tan escaso resultado, siendo capaz de hacer prácticamente cualquier cosa por ganar un dinero con el que mantener a su hijo. Suena a melodrama, pero no se trata de una representación sino de la vida misma.
Consuelo Torres "Manón": una diosa olvidada

En un reportaje de 1929 para la revista gráfica "Nuevo Mundo", expresivamente titulado "Las diosas olvidadas" aparece, entre otras, Manón. El reportaje está firmado por Carlos Fortuny, seudónimo de Álvaro Retana y en él recuerda a Manón por su "pintoresca rivalidad con la Fornarina" y se pregunta cómo aquella "rubia beldad de aristocrática elegancia" ha pasado a formar parte del grupo de Totó, La Goyita, Eugenia Roca y otras diosas olvidadas, frágiles celebridades, reinas por un día y poco más.

2 comentarios:

  1. Realmente interesante ¡Qué importantes es descubrir el entorno de las celebridades para concerlas mejor!
    Manon, sin duda, amargó a la Fornarina pero me inclino a pensar que la gentil Consuelo Torres fue utilizada por Cadenas para despertar los celos de la otra Consuelo, su auténtico amor
    Te felicito, es gratificante comprobar que aún existen personas como tú que aman el cuplé y su mundo

    ResponderEliminar
  2. en 2014 sacaremos 71 grabaciones de Fornarina que yo vertxxgg y Albert kutna en youtube hemos reunido y el resultado superara el CD que hice con 25 grabaciones de ella en 1998 que esta descatalogado en BLUE MOON porque hoy restauramos mejor -las ciencias adelantan que es una barbaridad- y ya se puede hasta dar movimiento a las postales..em el 26 de la calle camps i Fabres 08034 Barcelona encontrareis la shop con los cds y dvd's que os interesen

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...