La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

jueves, 28 de agosto de 2014

LAS OTRAS: Conchita Ledesma (II)

Conchita en actitud modosa, con la obligada mantilla
de blonda y los también obligados dijes de oro
Después de la debacle del Central Kursaal madrileño a Conchita no le llueven los contratos precisamente, aunque su fama-y, sobre todo, su belleza- le ha convertido en una figura popular. Como ejemplo de esta popularidad aquí os dejo un curioso testimonio. Con motivo del cambio obligatorio de uniforme para los cocheros de Madrid (los antepasados de los taxistas) a alguien se le ocurren unas coplillas que, entre otras cosas, dicen en madrileño castizo:

Sólo sé que con los trapos
seremos la crema mesma
y que estaremos más guapos
que la Conchita Ledesma

Cocheros madrileños de finales del siglo XIX
(fuente: historias-matritenses.blogspot.com)
No sirviendo su belleza para mucho más que para ser admirada por el pueblo (que no es poco), la reina de la Mi-Câreme decide encauzar su carrera por otros derroteros. Haciendo caso omiso de los consejos de la crítica, se empeña en ser coupletista y bailarina, es decir, en cantar y bailar al mismo tiempo. Teniendo en cuenta su falta de talento y que, por una vez, una mujer fue incapaz de hacer dos cosas a la vez decentemente, decide Conchita bregarse con los escenarios extranjeros no sin antes pasar por alguno español, como el Otto-Karelli de Bilbao.
Ni corta ni perezosa regresa a París, siendo recibida como la penúltima artista española en llegar a un lugar donde no faltaban precisamente ni artistas, ni españolas, ni guapas mujeres. Es agasajada por ser precisamente esto último y porque, al menos durante un tiempo, también en París resuenan lo ecos de la última elección de la reina de las reinas de los mercados. Alcanza fama suficiente como para ser mencionada por el escritor y periodista Luis Bonafoux en su libro "Bombos y palos. Semblanzas y caricaturas", publicado en 1907, donde habla de todo lo divino y lo humano. No sabiendo muy bien dónde colocar a la Ledesma y teniendo en cuenta que fue Bonafoux conocido por el sobrenombre de "La Víbora de Asnières", no parece que fuera su semblanza de la española demasiado negativa. Belleza obliga.
El polémico escritor Luis Bonafoux
(fuente: Cuadernos de Campo en www.vacarizu.es)
En 1907 actúa en algunos escenarios españoles, como el Pabellón New England de Ferrol o el Máiquez de Cartagena, donde hace una versión del "Ven, Mimí" de Fornarina y ejecuta una "napolitana", género de moda que precisaba de una gran voz(!). No sabiendo muy bien todavía en qué género situarse, actúa a finales de año en el salón teatro de la Agencia Artística Moderna de Madrid junto a otros artistas y se decanta de nuevo por la danza.
En 1908 es noticia por hacer un viaje en globo pero después se pierde la pista de Conchita (no, no hubo ningún accidente con el globo), dedicada a formarse en su arte y a vivir la vida intensamente. Estos años de aprendizaje serían el equivalente en la actualidad al año de reinado de una Miss Europa, Universo o lo que fuere. Guapa, joven, simpática y con muchas ganas de divertirse y triunfar, es Conchita el prototipo de la pollita de aquella época: un poco alocada, un poco ambiciosa, un poco ingenua y no poco deslumbrada por el brillo de las joyas bajo la luz de los focos.
Así de orgullosa se mostraba Conchita de su juventud y su belleza
En plena Semana Santa de 1910, tiempo de sobriedad y recogimiento, se produce una pequeña conmoción en la ciudad de Valencia. Están las autoridades "haciendo los sagrarios", desplazándose en carruaje entre una y otra iglesia, cuando aparece uno particular ostentando la bandera de la República Francesa y perteneciente a una singular pareja formada por "la bailarina Conchita Ledesma" y un anónimo francés acompañante. Su desfachatez es la comidilla de la ciudad durante unos días y nos sitúa a la madrileña en una singular circunstancia: pareja, coche y, por lo tanto, cierto desahogo económico. En unos años sin apenas contratos Conchita ha espabilado, y mucho. En cuanto a su presencia en Valencia, ha venido para debutar en el Novedades de donde pasará a continuación al Principal de Castellón.
Otra de las fotos que le hicieron en París,
con el suntuoso vestido de redecilla
Si sus circunstancias personales han cambiado no lo han hecho menos las profesionales. Ahora es representada por la agencia de Leonard Parish, que sólo lleva primeras figuras (por ejemplo, Fornarina) y que tiene el prestigioso circo Price madrileño en propiedad. A partir de 1910 Conchita comienza a trabajar asiduamente, primero en el extranjero y a continuación en escenarios de toda España. Hace una gira por Italia y otros países europeos que durará nada menos que ¡tres años!, tiempo en el que hará un poquito de todo, incluso cine, y en el que adquirirá muchas tablas. Aprenderá a ser una mujer elegante y sofisticada pero no a cantar, lo cual le vale críticas de todos los colores, más bien sombríos.
La reina de la belleza en Venecia, dando de comer a las
sempiternas palomas de Piazza San Marco
Su representante confirma que la gira incluye la mayoría de las grandes ciudades italianas: Roma, Nápoles, Turín, Milán,  Palermo, Viareggio, Venecia, etc. Cualquier momento será bueno para incluir en la prensa española reseñas y críticas sobre esta gira, que comienza Conchita en el Teatro Biondo de Palermo para, a continuación, debutar en Nápoles presentándose con un repertorio que incluye bailes españoles y canciones napolitanas. Semejante atrevimiento levanta simpatías aunque las críticas, tibias, se centran en su "dominio del idioma e identificación con la melodía". A continuación pasa al Varietá Maffey de Turín y allí acepta un contrato en un lugar muy alejado de Italia: varias semanas en el Teatro Yard de Moscú y en diciembre, para más señas.
Conchita preparada para pasar el crudo invierno...
... de la capital de Rusia
Tras esta actuación el rastro de Conchita vuelve a perderse, esta vez durante más de un año. ¿Encontraría en Rusia un segundo hogar, tan opuesto en temperaturas al suyo originario? ¿Se extraviaría por la estepa en una salvaje cacería de osos, siendo rescatada por un guapo mujik? ¿Algún rico hacendado la cubriría de diamantes de Cartier y huevos de Fabergé? ¿Se haría adicta al vodka con caviar? Un poco de todo esto pudo haber ocurrido aunque lo cierto es que la madrileña no debió parar mucho en la helada Rusia y regresó a Italia, en donde halló un público más cálido y un clima bastante más agradable.
Pero los críticos no fueron -entonces, como ahora- tan cálidos y agradables con la madrileña. Enrico Perossi, corresponsal italiano del Eco Artístico, escribe una crítica demoledora en esta revista española: "... no merece casi ni que nos ocupemos de ella. No basta, para ser llamada artista, vestir bien y ostentar buenas alhajas; hay que hacer algo por conquistar un puesto entre las que valen y Conchita Ledesma se vale de que es española para pasar medianamente. ¡Si fuera compatriota nuestra! Siento tener que decir así desnuda la verdad; pero más vale que engañar a los que se fían de mis crónicas".
Estaba de moda por entonces "lo español"
o al menos lo que en el extranjero se estimaba como tal
Acaso sintiéndose mal tratada por la crítica o buscando una alternativa a los escenarios, en 1913 la Ledesma rueda en Italia dos películas, "Il principe de Florania" y "La última danza", ésta última en coproducción con España. En ellas trabaja junto a Gustavo Serena, famoso actor y director italiano de cine mudo que actuó con divas como Francesca Bertini. Aquí os dejo este delicioso enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=_Q6_5hoFH1

Gustavo Serena, galán italiano del cine mudo
La carrera de Conchita se ha centrado en Italia donde, por su físico y su personalidad torrencial, es acogida con cariño y simpatía. En febrero de 1914 actúa en el Salón Margherita de Roma-similar en estilo y fama al Olympia parisino- junto con otra española, la bailarina Luisa de Vigné, que está teniendo un enorme éxito en toda Europa. De hecho su figura tiene gran importancia por si misma y merece (y tendrá) entrada propia en este blog.
La bailarina Luisa de Vigné, retratada por Carlos Vázquez
En 1914 se estrenan en España "La última danza" en el teatro Benavente de Madrid, anunciada como una película de 2.000 metros exclusiva de esta sala . El público puede apreciar en ella los progresos de la exreina de la belleza en lo que se refiere a su actuación pero, afortunadamente para Conchita, el cine aún es mudo y no se puede apreciar si también ha progresado con su voz o todo lo contrario. La película es un discreto éxito de los de entonces, pasándose después en el Salón Regio y el Cinema X. Tan sólo sobre éste último podemos hablar como de un auténtico cinematógrafo, ya que tanto en el Benavente como en el Regio el cine forma parte de un programa que incluye, como número fuerte, las variedades selectas.
Durante años Conchita le dio la espalda a los
escenarios españoles, prefiriendo los extranjeros
Hasta 1914, exceptuando una breve temporada en Barcelona y poco más, sigue la madrileña actuando en escenarios mayoritariamente europeos, siendo tentada por algún contrato para las Américas que no llegó a concretarse. Es una figura de segunda fila, sin comparación posible con artistas españolas como la Bella Otero, Fornarina, Rosario Guerrero o la Vigné. Pero fuera de España, con el cambio de divisas, se gana mucho dinero. Además se adquiere prestigio y un lustre que deslumbra a los españolitos de entonces, algo acomplejados por aquello de la pérdida de las colonias. Pero llega la Gran Guerra y tanto ella como otros artistas españoles, pliegan banderas y regresan a la neutral madre patria. Para Conchita es el momento de triunfar aquí, con prestigio, lustre, rollos de película de 2.000 metros y unas joyas deslumbrantes adornando su cuerpo retrechero.
Postal coloreada con purpurina, un diseño
de fantasía que hacía furor hace cien años
El año 1915 pasa aún sin pena ni gloria, quién sabe si con Conchita viviendo de los réditos de su carrera europea. Pero en 1916 el capitalito adquirido ha debido de mermar considerablemente y, antes de tener que echar mano de diamantes y empeñar mantones, nuestra reina de las reinas se lanza a una carrera artística vertiginosa, hábilmente llevada por la agencia de Leonard Parish.
Anuncio de 1916 publicado en los medios de prensa especializados
Así comienza el año actuando en la sala Imperio de Barcelona y a continuación en el Cine Recreo de Sabadell, donde fracasa estrepitosamente (¿habrían visto a Conchita en alguna película y su voz al natural constituyó una desagradable sorpresa?). A continuación es contratada por el Salón Liceo de Albacete, después actúa en el Salón Actualidades de Cartagena y de allí parte al Salón Doré de Barcelona, un auténtico templo del cuplé. A continuación, también en Barcelona, actúa en el teatro Eldorado donde comparte escenario con una artista singular: la "danzatriz" Perla Negra.
Una de las artistas más exóticas de aquellos años fue
la etíope Perla Negra, bailarina con decorados "efectistas"
Termina su gira catalana en el Coliseo Mundial de Tarragona y desde allí parte a Madrid, contratada por el teatro Benavente, el mismo que estrenó su película "La última danza". Con ocasión de su rentrée en la capital española se lanza una campaña publicitaria en prensa sin precedentes hasta entonces. Se hacen pequeñas semblanzas y breves biografías sobre su vida y obras, recalcando su pasado como reina de la belleza parisina y sus cualidades como cupletista y bailarina: con grandes facultades vocales, gusto, clara dicción, repertorio escogido y vestuario verdaderamente lujoso, tan monumental belleza "llega a nosotros después de ceñir los laureles de la gloria en el extranjero". De todo lo dicho sólo es cierto lo que se refiere a su belleza, el vestuario y el repertorio, donde se incluye con gran acierto el que será uno de sus mayores éxitos como cupletista, la canción "Amor de muñecos" de Martínez Abades. Esta "historieta" (como lo llamaron por entonces) es probablemente uno de los más exquisitos y tiernos cuplés que nunca se hayan escrito. Aquí os dejo la versión de Lilian de Celis, editada en YouTube por "falcarazgimenez", al que agradezco infinitamente el trabajo empleado en su publicación.


Un cuplé así haría triunfar a cualquiera y, de hecho, muchas cupletistas importantes lo cantaron, entre ellas la Goyita y Raquel Meller. A pesar de lo desabrido de su voz, la Ledesma le echa simpatía, belleza y una pasmante seguridad en si misma. Con la campaña publicitaria el público acude al Benavente en tromba y el debut de Conchita resulta un gran éxito.
Que alguien me explique qué pinta una cucharilla
(esperemos que de plata) enganchada en un sombrero...
Tanto que de allí pasa al Romea, uno de los principales templos del cuplé en Madrid, donde actuará con primeras figuras de las variedades como Dora la Cordobesita, Eugenia Roca y Rosine con su Carlito. Con esta última atracción conviene pararse un rato: consistía en una guapa bailarina y un elegante enano (persona de baja estatura o liliputiense) que ejecutaban distintos números con baile, canciones, acrobacias, etc. Hoy en día estaría prohibido o sería considerado como "políticamente incorrecto", sin embargo era por entonces un número conocidísimo que gustaba mucho.
Rosine y su Carlito formaron un popular número internacional
de variedades que hoy en día estaría muy mal visto
El 31 de mayo formará parte en la función anual de la Asociación de la Prensa en el Romea, junto a primerísimas figuras. Cuando termina su contrato un crítico solventa sus impresiones sobre Conchita con un "¡Vaya mujer!" y nada más. En junio se despide tal mujer del público madrileño con un beneficio en el Español a favor del precoz violinista de trece años Dámaso Rico y Losada, que ya había ganado tres años antes el Premio Sarasate. Después del encuentro con el niño prodigio, continúa Conchita su carrera recalando en el teatro Zorrilla de Valladolid, desupués al Gayarre de Bilbao (donde coincide con Úrsula López), el Dindurra de Gijón, el Bellas Artes de San Sebastián, el Teatro Circo de Vitoria (junto a la Argentinita), el Teatro Nuevo de Zamora, el Bretón de Salamanca (de nuevo coincidiendo con Argentinita), el Salón Variedades de Béjar, el Rojas de Toledo, el Cómico de Huelva, de vuelta al Edén Concert de Barcelona...
Contentístima de tener tanto trabajo y  luciendo uno de los
mantones que se han salvado de la casa de empeños
Si habéis llegado hasta el final del párrafo anterior, estaréis aburridos y agotados como sin duda agotadora, aunque no aburrida, fue esta gira para Conchita. La madrileña, por fin, se toma en serio su carrera en España y trabaja esforzadamente en todo tipo de escenarios. Termina 1916 haciendo una gira por Andalucía, con un gran éxito de público y un silencio de plaza de toros por parte de la crítica. Actúa en Huelva, en Córdoba, Granada y Sevilla donde, tras su debut en el teatro Lloréns, hace declarar a uno de estos estupefactos críticos: "... acaba de recorrer Italia de punta a punta con un gran éxito y su hermosura ha perjudicado su carrera como canzonetista ideal, no tiene gran voz y por eso no se ha dedicado a la ópera pero ¡qué demonio! las cupletistas no necesitan dar el re sobreagudo".
¡A que te doy un re sobreagudo!
En Córdoba otro crítico, no menos estupefacto, escribe: "Aunque no tiene una gran voz, tampoco la necesita, con esos ojazos negros". Termina 1916 y regresa a casa, a Madrid, donde celebra las fiestas navideñas y el Año Nuevo con familiares y amigos. Comienza 1917 actuando el siete de enero en una fiesta benéfica en el Asilo de la Paloma, colaborando desinteresadamente junto a otras compañeras. El aspecto de los niños allí acogidos, con sus uniformes de dril y sus cabezas rapadas, causa un hondo contraste con las lozanas cupletistas, más que bien alimentadas y tocadas con sus blancas mantillas de blonda.
Espectacular en su mantilla, imagen de la belleza
y la opulencia en aquella España de tantos contrastes
De allí pasa al Principal de Jerez y a continuación actúa en el Teatro Rey de Ceuta, donde se ensalzan su cuerpo esbelto y su encanto de mujer de bandera. El repertorio elegido para esta gira andaluza, amén del ya mencionado "Amor de muñecos",  incluye los cuplés "S.M. El Chótis" y el picaresco "¡Ay, Bernabé!", una de sus escasas concesiones a la sicalípsis en una época en la que ésta ya estaba en franco retroceso. Siempre fue Conchita de las más finas. Sin voz ni afinación suficientes, su repertorio tenía que ser por fuerza exquisito y sus toilettes debían realzar ese aspecto físico a causa del cual -no nos engañemos- acudía mayoritariamente el público a sus actuaciones.
El aspecto de Conchita hacia 1917 ya no era precisamente
el de la esbelta modistilla ganadora de la Mi-Câreme
Sin embargo empezaban a operarse cambios en su espectacular físico. Si creemos a Retana, en 1917 la Ledesma no ha cumplido aún los treinta años, pero cierta propensión suya a la gordura empieza a manifestarse en todo su esplendor. De momento, no importa. Aún quedan unos años de reinado para las opulentas bellezas rubensianas que tanto gustaban a los españoles. La moda comienza a cambiar y exige un modelo de mujer radicalmente opuesta, pero no será hasta los años veinte cuando este cambio radical afecte de verdad al mundo del espectáculo. Mientras tanto Conchita, convertida en "jamona", sigue resultado irresistible para su público. Una señora estupenda a la que aún le queda alguna entrada más en este blog.

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