La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

jueves, 19 de enero de 2012

LAS OTRAS: Bella Oterito (y II)


Para los franceses Eulalia fue "La belle Oterita",
española con madroños, peineta y guitarra

Entre 1902 y 1906 Eulalia, junto a su inseparable maestro Turrión, hace una larga gira por el extranjero, actuando principalmente en Portugal, Francia, Alemania e Italia en lo que se refiere a Europa. En América actúa sobre todo en Argentina, y ya en 1906 nos encontramos noticias suyas en la prensa española referente a sus actuaciones en el Casino de Buenos Aires. A finales de este año regresa a España, donde pasa una corta temporada de descanso sabático. En mayo de 1907 ya está actuando de nuevo en Francia, en el Apollo de París, y más tarde es contratada en Niza, Montecarlo y Bruselas. Su número, entre el baile y la pantomima, da una imagen de lo español tan tópico como irreal. Justo lo que el público internacional desea.

La Bella Oterita con capote de paseo, montera
y cigarrillo: la española de postal en su apogeo

En junio de 1907 el periodista Luis Bonafoux, que se encuentra en París, recibe una nota de Oterito invitándole a su función en el Apollo. La carta termina con una deliciosa posdata: pide perdón por su ortografía (por otra parte, irreprochable) y por su desastrosa letra, ya que está escrita a las cinco de la mañana en el restaurante Rat-Mort, en condiciones no muy favorables. A Bonafoux, tipo difícil de ácido verbo, le hace gracia el tono de la misiva y se presenta en el camerino de Eulalia, que está actuando en el "caprichoso" teatro de variedades Apollo. Ya no es Eulalita, la pequeña bailarina, y a sus diecisiete años se ha convertido en "La Belle Oterita", la penúltima española de moda en la capital de Francia.


Gran parte del éxito de Oterito se basó en su
esplendorosa belleza y extrema juventud

La chica es guapa y simpática, con un punto entre discreto y divertido que resulta muy atrayente. La actuación no puede ser más del gusto del periodista. No sólo sale ganando en su comparación con la Bella Otero (a la que considera una figura en decadencia) sino que además califica a Eulalia como más guapa, más mujer, más distinguida y más artista. Baila mejor que la Otero, con más arte, sin los disloques voluptuosos a los que la gallega acostumbra. En escena es como una serpentina, tiene la agilidad de una ardilla y la flexibilidad de un junco: sin duda la juventud de Oterito hace salir malparada a la Otero, que ya ha cumplido los treinta y ocho años.


La Bella Otero, una vida legendaria y una belleza irrepetible

De la Bella Otero no os puedo contar mucho más de lo que ya todos sabemos. Sin poder clasificarla en el mundo del cuplé y sin ser, ni mucho menos, una bella olvidada de la escena española, de la hermosa Carolina no habrá entrada en este blog aunque, inevitablemente, su nombre sale a relucir a cada paso. Fue la más famosa de las artistas españolas de la Belle Époque, aunque su fama se debió más a su belleza que a su talento escénico. De hecho, entre sus compatriotas nunca fue bien considerada artísticamente. Su estilo, exagerado, adulterado y basado en estereotipos, no colaba en España aunque enloquecía, literalmente, al público de más allá de los Pirineos. Para los franceses era la viva imagen de la bailarina española, la típica gitana andaluza y sus sensuales bailes flamencos. En realidad, Carolina era más gallega que el lacón con grelos y sus bailes y pantomimas no eran más que una versión, descafeinada y falsa, del auténtico flamenco.


Las "españoladas" de la Bella Otero nunca fueron bien vistas en España

Sin embargo, para la Bella Otero no suponían ningún problema las múltiples seguidoras que le salieron durante su larga carrera. Para ella, muchachas como Oterito o cualquier otra Bella imitadora, eran como gorriones a la sombra de la enorme figura de un águila. Fue algo más que una bailarina o una cortesana: fue uno de los pilares de la bella época, una de sus representaciones más luminosas y recordadas, y ninguna pudo nunca comparársele, ni de lejos, en su capacidad de seducción, en la fascinación que ejerció dentro y fuera de los escenarios sobre los hombres más poderosos de su época. Comparada con ella, Oterito no pasó nunca de ser una bienintencionada seguidora, un gorrioncito que se comía las migajas que la Otero dejaba.
Curiosamente, durante los años en que Eulalia trabajó principalmente fuera de España, a ella misma le surgió su propia imitadora. Aunque en este caso, todo resultó un poco... diferente.


La Bella Oterito de pega, aquí en pose pensativa,
tenía un aspecto inequívocamente equívoco

Una estrella efímera, que no alcanzó la gloria ni acaso lo pretendiera, pasó por los escenarios madrileños bajo el nombre de Bella Oterito u Oterito a secas, durante los años en que la auténtica actuó exclusivamente fuera de España, y aún después. El que una artista se pusiera idéntico nombre al de otra más famosa, aprovechando su ausencia y buscando no tanto la suplantación como la publicidad gratuita, nos llama hoy en día la atención e incluso nos escandaliza. Pero a primeros del siglo pasado no debía haber demasiados escrúpulos ni por parte de estas artistas suplantadoras ni por parte de los empresarios que las contrataban. Y es el caso que Oterito tuvo, como podéis ver en estas imágenes, su suplantadora oficial. O acaso suplantador, ya que el género resulta claramente ambiguo. Teniendo en cuenta que los transformistas masculinos han tenido siempre su público, no sería este ni el primer ni el último caso de un señor que por señora se hiciera pasar en escena. Lo que llama la atención es que se pusiera como remoquete el mismo, idéntico nombre que el de la emulada. Normalmente los transformistas tenían su propio nombre artístico (Graells, Salmar,...) y se dedicaban a la imitación de varias artistas, nunca una sola. Así que solo podemos llegar a la conclusión de que éste que nos ocupa probablemente tenía más caradura que talento.


Aquí ya era tan sólo Oterito: graciosa, bella y muy masculina

Eulalia, mientras tanto, ajena o no a semejante impostura, seguía su carrera triunfal por el mundo. En París, ya hemos visto, ha triunfado como la Belle Oterita y tiene ya cierta fama en los bulevares. Todo el mundo se pregunta por sus orígenes, ya que miente u oculta tanto y tan bien como la Otero, y así no hay manera de saber de qué región española procede. El mismísimo Rubén Darío le dice a Bonafoux, con gran convencimiento, estar seguro de que Eulalia es uruguaya y no otra cosa. Pero Darío es famoso por fabular mucho con estas cosas de las artistas y ni Bonafoux ni nadie le dan crédito.

El teatro Payret de La Habana, que todavía existe
en la

actualidad, fue reconstruido tras su hundimiento en 1883

Habrá quien diga que es cubana y en Cuba actuará durante gran parte del año 1908, contratada por la empresa del teatro Payret, formando parte de una extensa compañía de variedades. Eso sí, siempre junto a su inseparable Turrión. Porque con él sigue, contra viento y marea, por encima de los éxitos, los vaivenes de la fama y las duras condiciones de las tournées de la época.
En julio de 1909, de vuelta a España, debuta como artista de variedades, con el alias ya definitivo de Bella Oterita, en el teatro de la Zarzuela de Madrid. Viene precedida de cierta fama internacional y se le anuncia como la gran estrella del Olimpia y el Folies Bergère parisinos. La propaganda, que en algo exagera sus logros reales, surte el efecto esperado y la noche de su debut en la Zarzuela despierta gran expectación.


Rosario Guerrero, otra de las olvidadas, fue rival de la Bella Otero
en los escenarios y salones parisinos

La comparan con la bailarina Rosario Guerrero -otra de las estrellas españolas en el París de entonces- ya que cultiva la pantomima. Es considerada como excelente bailarina, aunque sus bailes semiespañoles y extranjeros tienen cierto regusto a music hall francés. En lo que todos, crítica y público, están unánimemente de acuerdo es en elogiar su físico. Es pequeña de estatura pero muy bien proporcionada, esbelta en su punto justo, de piel muy blanca y ojos deslumbrantes. La noche del 3 de julio de 1909, Eulalia baila, canta y declama ante el público madrileño en un espectáculo llamado "Chez le peintre", que se supone ha traído directamente desde París. Su talento polifacético es, en realidad, limitado, pero sabe jugar bien la baza de su físico impactante y al final de la función, en la llamada apoteosis pantomímica, aparece en cuadro de fondo, en pose artística y aparentando un desnudo. En realidad lleva puestas las famosas mallas ceñidas, en este caso de seda color piel. El éxito es estruendoso y el público de la Zarzuela, que no sale de su asombro, pide una y otra vez el saludo de la artista. Esta sale, pudorosamente cubierta por una amplia capa de tul multicolor con capucha. El efecto es deslumbrador e impactante, y de la actuación (o de su final) se hablará durante mucho tiempo.

Oterito supo emplear inteligentemente su belleza,
supliendo así sus carencias artísticas

El éxito del espectáculo ha sido de tal magnitud que, tras unas cuantas representaciones en Madrid, emprende de nuevo una gira internacional que la llevará en primer lugar al Casino de Buenos Aires. Durante casi dos años continuará llevando éste y otros espectáculos alrededor del mundo.
El antiguo Casino de Buenos Aires, decadente

y elegante,
hoy en día es un museo

En 1911 Eulalia regresará a España, donde actuará en diversas salas durante algunos meses. Es en esta temporada cuando Eulalia nos sorprenderá añadiendo a los ya conocidos un nuevo e insospechado talento, más bien un don: el de la ubicuidad. Aparecen en prensa reseñas suyas actuando, al mismo tiempo, en lugares tan dispares como el Salón Madrid de la capital y el Alcázar Español de Barcelona. Pero no, la Oterito no tenía la capacidad de desdoblarse a voluntad. Lo que tenía era un incansable y ferviente emulador, al que ya conocemos, que actuaba bajo su nombre allá donde se le requiriese.
No sabemos si por el susto o por la tranquilidad de ver su nombre lo suficientemente atendido en su ausencia, el caso es que Eulalia vuelve a sus tournées internacionales y no regresará a España hasta 1915. En junio está actuando en el Romea de Madrid junto a una bailarina de nuevo cuño llamada Herminia Woves y a una cupletista ya veterana, Carmen Flores. En 1916 volveremos a encontrarnos con otro curioso caso de desdoblamiento, pues actúa casi a la par en el Salón Imperial de Algeciras y en el Café del Puerto de La Coruña. Sus giras internacionales se suceden durante estos años, con esporádicos y relativos descansos en España, en los que no dejará de actuar eventualmente. Está haciéndose muy rica, pues tanto Eulalia como Turrión han resultado ser tal para cual: una pareja de laboriosas, incansables y ahorradoras hormiguitas. Hacen bien, pues los años no perdonan y los gustos del caprichoso público son variables, tanto en España como en París.


Otra postal francesa de "La Belle Oterita", esta vez
mostrándonos su irreprochable espalda

En 1919 la pareja regresa a España, para establecerse de una manera definitiva en su hotelito de Ciudad Lineal. Eulalia está al borde de la treintena y su tipo de espectáculo, su figura y estilo empiezan a no estar de moda. Aún así sigue actuando, como bailarina, en espectáculos de variedades donde las cupletistas son las estrellas indiscutibles. En Parisiana (sala resurgida de sus cenizas después de muchas tribulaciones) actúa con Teresita España, Teresita Garnier, Minerva, la Favorita y Salud Ruíz. Es contratada a continuación en el Romea para la temporada 1919-1920, que comienza con la inevitable función de beneficio de la Asociación de la Prensa, todo un clásico.


Esta foto de Alfonso, publicada en el ABC, es un documento
excepcional a pesar de su mala calidad

En la imagen podéis ver el cuarteto estrella que actúa en el Romea la noche del 30 de agosto de 1919: Adelita Lulú, adaptable cupletista de larga trayectoria; María Esparza, bailarina de gran talento que se ha puesto, merecidamente, de moda; nuestra Bella Oterito, más delgada y con altísima peineta; y por último la altísima cupletista, sin necesidad de peineta, Matilde Aragón. La fotografía, realizada por Alfonso, es un pequeño pero perfecto muestrario de toda una época en la historia del espectáculo en España.


La Bella Oterito, en pose racial, hacia el final de su carrera

En el Romea realizará Oterito la última de sus grandes temporadas. Es la estrella principal junto a Matilde Aragón, y su nombre aparece en los anuncios con las letras más grandes y más resaltadas. Pero las críticas no terminan de ser del todo positivas. Se le reprocha su exotismo extranjerizante, con influencias ajenas al baile español que desvirtúan su esencia, aún reconociéndole una excelente técnica en su trabajo. Le agradecen que conserve la "gracia española", a pesar de estar bajo la influencia de la rítmica y algo mecánica armonía de las danzarinas extranjeras.


Zuloaga retrató desnuda a la Bella Oterito en su camerino.
La exposición del cuadro fue motivo de un gran escándalo

Eulalia, que se ha labrado un porvenir desahogado, comienza su retirada de los escenarios hacia 1920. De hecho, no aparecerá mención alguna sobre su nombre y su carrera en la prensa española hasta que, en 1929, Retana (bajo el seudónimo de Fortuny) nos hace una breve semblanza de la Bella Oterito incluida en un reportaje sobre las bailarinas españolas de ayer, hoy y mañana. Formando parte inevitable del grupo del ayer, para Retana (que no es un admirador precisamente) Eulalia fue "una calamidad como artista pero una bellísima criatura, con espíritu de hormiga, que sin haber realizado un trabajo notable se ha labrado un honrado bienestar".
La hormiguita vive por entonces con su inseparable Matías Turrión, suponemos que felizmente casada, en el hotelito de Ciudad Lineal que tantos sudores y taconeos les costó adquirir. Terminaron vendiéndolo, pocos años después, y nada más sé de la feliz pareja. Les supongo unidos hasta el final. Unidos en los recuerdos de sus largas giras por el mundo, en los aplausos del público y en las pesetitas ganadas desde que la pequeña Eulalia era tan sólo una niña.

3 comentarios:

  1. Hace unos meses que buscando fotos de cupletistas me encontré la imagen de una belleza de ojos claros que me llamo la atención sobre las demás que había encontrado. Ahora por fín, gracias a tí sé que esa carita tan bonita y llena de simpatía. Fue una artista de gran éxito a principios del siglo pasado.

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  2. Me llevo el enlace a FB. Tu blog sigue siendo un primor

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  3. Zuloaga la pintó desnuda con una chaquetilla torera en 1936 en Madrid. Zuloaga era ya un pintor muy famoso y rico, con más de 60 años. Por qué se dejó ella pintar. Posiblemente se conocían de ante, de cuando estuvieron en Paris. A Zuloaga le gustan los toros, de hecho fue torero se Sevilla y luego pintor. Tan famoso que le pino un cuadro a Franco en 1941. Estoy escriendo una novela resultado de mis investigaciones entre la cupletista y el pintor, no os puedo adelantar más. Creo que la pintó también en Paris.

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