"Las alegres chicas de Berlín, para soñar se van al Rhin..."
Este precioso cuplé sentimental de Fornarina es uno de sus temas más conocidos y más entrañables.
Ese temblor en su voz al comienzo de la canción era muy propio de Consuelo y siempre se consideró, más que como defecto, como un distintivo encantador, claro exponente de su candor y su naturalidad en escena.
Compuesto por Cadenas y Valverde en uno de sus mejores momentos de inspiración, tuvo una gran acogida en su época. Su cadencia de fox-trot a la alemana unida a una letra entre juguetona y romántica, nos suena ahora -más de un siglo después- a nostálgica evocación de un tiempo y unas costumbres tan deliciosas como irrecuperables.
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