Cucurbitáceas varias: sandías, calabazas, melones ...
De las notas (mentales) del funcionario de guardia de la Delegación:
Lugar: Teatro Novedades de Madrid.
Fecha: 18 de diciembre de 1905.
Hora: nocturna (y ya algo golfa), pongamos las 10 ó las 11.
Intervinientes: de una parte y como imputados, los señores D. Francisco Belmonte, D. Ricardo Sabriega y D. Joaquín López, todos vecinos de Madrid. De otra parte (y qué hermosa parte), la señorita Consuelo Vello Cano, más conocida por su nombre artístico, La Fornarina, asimismo vecina de esta villa y corte.
También interviene en el incidente un melón, del que sólo tenemos como cierto el dato de su procedencia, al parecer de la provincia de Valencia.
Acuden a esta delegación conducidos por la autoridad competente, en este caso los agentes de vigilancia destinados a labores de seguridad en el referido teatro (famoso por sus números, no siempre encima del escenario).
Los hechos: que en el lugar y las horas ya mencionadas y al término de la actuación de la señorita Vello, en calidad de cupletista, el señor D. Francisco Belmonte, en calidad de admirador, se levanta de su butaca de patio, se dirige al escenario y le ofrece a la gentil artista un presente en forma de melón, con tarjeta y todo.
Que dicha señorita se siente ofendida, con razón, al recibir semejante cucurbitácea y no un ramo de flores, sin duda alguna obsequio más común y más indicado para el caso.
Que ante la "gracia" la señorita Vello reacciona airadamente y amaga con tirarle el melón a la cabeza al pretendido admirador, mientras de su boca salen palabras que serían ofensa sino hubieran sido dichas por defensa.
Que la señorita Vello pasa del amago al cumplimiento y le estampa en la cabeza el mencionado melón a su donante.
Que parte del público interviene, unos situándose a favor del señor Belmonte, otros del lado de la señorita Vello (igualito que en los toros, que esto es España).
Que de los gritos, insultos, amagos y otras expresiones de violencia, los cuerpos de seguridad destinados en el teatro (que ya tienen experiencia en estas lides) deciden cortar por lo sano, sacan porras y silbatos y ejecutan la detención del mencionado individuo, de unos amigos implicados en la bromita y que han salido en su defensa, del melón como cuerpo del delito y de la señorita Vello, que en ningún momento pierde dulzura y belleza a pesar de perder compostura y paciencia.
Que, saliendo del teatro, se organizó en el exterior una espontánea manifestación formada por los partidarios de una y otra parte, protestando unánimemente unos y otros por la suspensión del espectáculo (aunque para espectáculo, y gratuito, el de la calle).
En resumen: compareciendo en esta Delegación todas las partes implicadas, y habiendo escuchado el relato de los hechos realizado por todas las partes, se decide su traslado al Gobierno civil donde el buen criterio del gobernador decidirá el castigo, si procediese, que semejante situación se merece como escarmiento. El melón permanece en delegación.
Al día siguiente: leo consternado en la prensa vespertina el desenlace del asunto del fruto del melonar, a saber, que los individuos implicados en broma de tan mal gusto han sido justamente condenados cada uno a cien pesetas de multa, pero que asimismo a la gentil y escultural Fornarina se le ha impuesto también dicha multa. A mi entender esa mujer, esa reina, esa diosa, tan solo hizo que defenderse y no merece castigo alguno. Sin duda, en su rubia cabecita, una pregunta bulle y rebulle insistentemente: ¿no hubiera sido mejor aceptar el melón y darme el gusto de al menos probarlo? No, hija de mi vida, semejante fruto resulta siempre indigesto cuando es ofrecido por manos que tan sólo pretenden el insulto. Seguro que ni siquiera lo habían calado previamente.
Indudablemente don Francisco Belmonte erró en su presente...a los ojos de Fornarina y de los allí presente. Seguramente, como apuntas, un ramo de flores sería lo más acertado, pero hoy desde luego, un melón ofrecido con buenas intenciones es todo un halago.
ResponderEliminarTienes un blog maravilloso, ya te lo he hecho saber en otro comentario que te he hecho. Haces un magnífico y difícil trabajo.
¿Dónde estabas escondida?
Saludos
Saludos