Nosotras no tenemos la culpa de esto, pídanle ustedes explicaciones a nuestras madres que nos han "colocado" de coristas |
Aunque sin formación previa (en muchas ocasiones prácticamente analfabetas) ejercían hábilmente de agentes de sus niñas: las presentaban ante los empresarios; las apuntaban en las clases de canto,baile o dicción; negociaban sus contratos; las acompañaban en sus viajes; velaban por su seguridad y por su virtud... esto último siempre que fuera posible (las niñas se "despistaban" que era un primor) y oportuno para sus intereses.
La célebre pelea entre madres (y tía) de las coristas en "El último cuplé". La genial Matilde Muñoz Sampedro, en el centro, defendiendo a su sobrina María |
Preciosilla con su madre, la oronda señora de la izquierda, luciéndose en carruaje abierto por las calles de Madrid |
Sobre tan delicada circunstancia os dejo a continuación el poema "Quiero ser tiple" aparecido en la revista "Iris" en julio de 1899, firmado por Eusebio Sierra.
- Pasa...
- ¿El señor director?
- Servidor.
- Mi hija Matilde.
- Muy bella.
- Muchas gracias por la flor.
Pues yo vengo aquí con ella
a pedirle a usted un favor.
- Tomen ustedes asiento.
- Yo soy viuda.
- Lo lamento.
- No; no lo lamente usted
porque fui muy desgraciada
de casada.
- Pues no lo lamentaré;
ponga que no he dicho nada.
Continúe usted, señora.
- Ya sabe usted lo que cuesta
ganarse la vida ahora,
por lo cual le he dicho a ésta:
¿qué vas a ser? ¿planchadora?
No, señor,
¿pues no sería un dolor,
y hasta un cargo de conciencia
que pasara la existencia
metida en un obrador?
¿Qué va a ser?
¿Costurera? Pues lo mismo;
¡si rompiéndose el bautismo
no ganan para comer!
¿Va a ser cigarrera? ¡Quiá!
Es ocupación muy fea...
¿Pues que quiere usted que sea?
- A mi lo mismo me da.
- Además, y esto es lo grave
está tan bien educada
que no sabe
lo que se dice hacer nada.
Por lo cual se me ha ocurrido
que a nuestro estado precario
sólo se ofrece un partido:
¡lucirla en el escenario!
- Muy bien, muy bien discurrido.
¿Quiere ser corista?
- ¡Cómo!
Caballero, usted la ofende;
¿corista? Ni por asomo...
- Pues entonces, ¿qué pretende?
- Ser tiple... ¡y de tomo y lomo!
- ¿Pero canta?
- Sí, señor.
¡Si tiene una voz que espanta!
Mírele usted la garganta,
lo mismo que un ruiseñor.
Es una voz argentina,
¿y extensa? una atrocidad:
cuando canta en la cocina
atruena a la vecindad.
- ¿Sabe música?
- Eso no.
- ¿Tendrá oído?
- De primera:
¡como que oye desde fuera
lo que hablemos usted y yo!
- ¡Vaya! ¡Vaya!
¿Declama?
- ¡Virgen María!
Hizo una voz en Talía,
un monólogo... ella sola...
y la aplauden todavía.
¡Y qué formas!
- ¡Ay, mamá!
- Tú te callas.
Nada, usted se las verá
cuando se ponga las mallas,
que es claro, se las pondrá.
Conque, ¡ea! por su interés
tráigala usted a su teatro;
lo que otra le haga por cuatro
ésta se lo hará por tres.
- Bien; pues la tendré presente
vuelva usted dentro de un mes
o dentro de dos.
- Corriente.
Hasta la vista.
- A sus pies.
- Despídete del señor.
La niña con humildad:
- Buenas tardes.
- Servidor.
- ¡Y que no haiga novedad!
La niña mortificada por las pretensiones maternas, imaginándose su futuro en mallas y cantando cual ruiseñor |
Qué preciosidad de blog!!!! Me ha encantado. Muy bien documentado y estructurado. Preciosas las ilustraciones. Muy currado. Enhorabuena!!!
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