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Conchita Ledesma, portada de Mundo Gráfico el 4 de diciembre de 1918 |
En septiembre de 1917, tras una breve enfermedad, debuta Conchita en el Trianón Palace de Madrid. Actúa junto a ella una joven y longilinea bailarina, Carmelita Sevilla, que se ha convertido en la revelación de la temporada. A su lado, la oronda Ledesma no sale bien parada: "Conchita está hoy más hermosa que nunca. En belleza no hay artista que compita con ella. Pero en arte -¡ay!- está también lo mismo que antes. Dice con gran afectación y es su voz un desagradable contraste con su hermosura. Fue muy aplaudida ¡y es que es tan bella, tan bella!". Sus actuaciones, a pesar de los aplausos del primer día, no son bien recibidas por el público y al final es sustituida por un valor seguro: Olympia d'Avigny (os remito a las entradas a ella dedicadas en este blog).
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Conchita en 1917, luciendo los escogidos atuendos escénicos que tanta fama le dieran de elegante |
Sin embargo, su actividad es imparable durante estos años. De hecho, de 1917 a 1919 trabaja sin descanso. Algo tendría, a pesar de su voz destemplada, que convencía a los empresarios para contratarla. Y entre ese "algo" destacaba la publicidad que siempre se hizo de ella en los medios de entonces. La agencia de Parish nunca escatimó en gastos en lo que se refiere a la promoción de Conchita y que contribuyó, en gran medida, a su contratación y fama. Fueron especialmente eficaces las elogiosas críticas "de pago" en revistas especializadas como el Eco Artístico. Su belleza y su pasado de (pretendida) reina de la Mi-Carême, hicieron el resto.
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Composición fotográfica de la época en la que vemos a Conchita en diferentes transformaciones escénicas |
Después del fracaso en el Trianón Conchita es contratada por el Monte Carlo de Barcelona, de allí pasa al Salón Lloréns de Sevilla (donde siempre fue muy querida). De ahí, derechita al Teatro Circo de Albacete, junto a la bailarina Mireya; después el Salón Kursaal de Melilla junto a Mercedes Serós; a continuación al Eslava de Jerez de la Frontera, y vuelta al Lloréns de Sevilla, donde termina 1917 actuando junto a otros artistas de las variedades, como Eugenia Roca, Palmira López o Les Boronski, bailarines cosmopolitas que fueron primeras figuras del género.
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Les Boronski bailando un fox-trot, una imagen para toda una época |
El año 1918 comienza bien para la madrileña, actuando en el Gran Teatro de Córdoba justo antes del debut de Raquel Meller. Después de sendas actuaciones en el Calderón de Valladolid y el Rojas de Toledo, se toma Conchita un pequeño descanso en Madrid para renovar vestuario y visitar a la familia. Y aquí conviene pararse un momento ya que, como habréis observado, en todo lo que hasta ahora os he contado de Conchita no aparecen apenas menciones a su vida personal. No hay novios, maridos, amantes, amigos o amigas que hayan sido mencionados, ni relación alguna que haya sido insinuada. Y es que no hay nada: la vida personal de Conchita fue siempre de una discreción absoluta, ejemplar diríamos, si exceptuamos el incidente con el coche en la Semana Santa de Valencia. De aquel caballero francés que la acompañaba -que bien pudiera haber sido el chófer- no se volvió a hablar y todo se queda, pues, en pura especulación.
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Conchita pidiendo perdón por lo poco interesante que fue su vida privada: ¡aún no existía la "prensa rosa"! |
Del 25 de abril al 5 de mayo de 1918 estará actuando en el teatro Pinacho de Vigo donde, al igual que el sevillano Lloréns, fue contratada en múltiples ocasiones. Tras una pequeña gira por el noroeste y norte de España, debuta el 20 de mayo en el Príncipe Alfonso de Madrid y a continuación debuta en el Teatro Circo de Zaragoza. En julio le surge un contrato en casa, y nunca mejor dicho. En el Price de Madrid (el teatro de su agente, Leonard Parish), ofreciéndose como reclamo publicitario el lucimiento por parte de la artista de su fastuosa colección de mantones de Manila.
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Mantón negro (un clásico) con un motivo de "chinerías", colocado a modo de vestido |
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Otro de sus preciosos mantones, (imposible saber los colores originales) con sonrisa incluida |
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Mantón con fondo marfil o blanco y grandes rosas bordadas, con flecos de gran longitud |
Cuando se despide del Price, la crítica le
machaca: "... es una hermosa mujer pero el oído sufría horriblemente escuchando su voz destemplada, su falta de vocalización y su carencia absoluta de sentimiento artístico". Estas críticas son más benévolas, incluso entusiastas, con un curioso compañero de escena que ha actuado junto a Conchita en el Price esta temporada, el inclasificable Egmont (o Edmond) de Bries, transformista e imitador de estrellas y una estrella de gran magnitud por méritos propios.
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Egmont de Bries merece entrada propia, con esa peineta no podía ser menos... |
En octubre de 1918 Conchita vivirá uno de los momentos más tristes de su vida.El suceso aparece hasta en la prensa: la tarde del tres de octubre, un hombre de edad avanzada se siente repentinamente enfermo mientras pasea por la Red de San Luis de Madrid. Unos transeúntes lo montan en su coche y lo llevan a la Casa de Socorro más cercana (el equivalente a las Urgencias de hace un siglo), pero antes de llegar ya ha fallecido. Por los papeles que porta encima se averigua que se trata de Mariano Ledesma, picador de toros, el padre de la famosa cupletista Conchita Ledesma.
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Las penas de la vida afectan a todos por igual, cupletistas de éxito incluidas |
Aunque se hallaba muy unida a su padre, Conchita tiene que continuar con su carrera y sigue trabajando. Después del entierro parte hacia Lisboa, donde actúa en el Grande Salao Foz durante un mes. Los portugueses pagaban bien -mejor que los empresarios españoles- y un contrato como éste no podía ser desperdiciado. Muy probablemente la Ledesma, al igual que muchas otras de sus compañeras, se convirtió en el principal sustento de su familia. No era raro que se hicieran cargo de sus padres -en tiempos sin pensiones ni sanidad pública- e incluso de hermanos y otros familiares.
El caso es que Conchita termina tan triste año actuando en el Principal de Cartagena, de nuevo junto a Pastora Imperio.
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Bajo su aspecto frívolo y su natural simpatía, escondía Conchita un corazón responsable y generoso |
El año 1919 será también provechoso, pero empezará a marcar su decadencia como figura cotizada. Trabajará por toda España, especialmente en Andalucía (el Lloréns de Sevilla, el Parque Alfonso XIII de Granada o el coliseo Moderno de Río Tinto, entre otros) y Madrid. En su ciudad es contratada en el muy completito Ideal Rosales (teatro, casino y restaurante) donde la empresa ofrece por las noches velada de
souper tango con veinticinco señoritas. Este
souper, que tenía un poco de cena y un mucho de alterne, ofrecía a los caballeros la posibilidad de bailar con mujeres jóvenes y bonitas por un pequeño extra en la consumición. En los años dorados del cuplé eran las propias artistas las que hacían (o no)
foyer, actividad provechosa tanto para ellas como para la empresa y que le daba prestigio al teatro donde se realizaba
. Ahora ya no hace falta ser artista ni tener ningún tipo de talento. Los tiempos están cambiando.
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Con los años, la reina de la belleza se convirtió en una señora de abundantes atributos |
Cuando en diciembre de 1919 actúa en Cuenca, la crítica local define a Conchita como la "ex reina de la Mi-Carême, hoy respetable jamona". No se puede ser más cruel. Y lo cierto es que 1920 no será precisamente el mejor año de la cupletista. Con un físico algo deteriorado y que ya no está de moda, y reconociendo que nunca pudo ofrecer mucho más que su belleza (talento nunca tuvo, de su voz ni hablemos), le llega el momento de plantearse la retirada. Como tonta nunca fue y siempre tuvo una numerosa corte de admiradores, cuando en los años veinte se dedicó a disfrutar del dinero ganado y poco más, se encontró nuestra reina de la belleza con unos cuantos pretendientes dignos de tener en cuenta.
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Bonito perfil de Conchita, en sus últimos tiempos de fama, preparada para convertirse en toda una señora respetable |
Cuando ya en 1930, Álvaro Retana hace una de esas semblanzas de cupletistas retiradas u olvidadas a las que era tan aficionado, recuerda de la Ledesma apenas tres cosas a tener en cuenta: que fue la única reina española de la Mi-Carême, que cantaba con voz de grillo y que consiguió casarse de manera ventajosa... o acaso no tanto. La anécdota que cuenta no tiene desperdicio: "Hace poco se casó Conchita en Úbeda en
artículo mortis con un rico propietario, que tuvo la suerte de no morirse del todo para disfrutar con su esposa de un Paraíso de venturas matrimoniales".
Sin duda le deseamos a Conchita la mayor de las venturas matrimoniales posibles. No tengo más datos al respecto.Como siempre, espero la colaboración de los lectores para saber un poco más sobre la vida de la madrileña que fue reina de la belleza de los mercados parisinos. Toda una bella olvidada, digna de ser rescatada de ese olvido.
Anexo fotográfico
Por primera vez me he encontrado un personaje con más material gráfico que biográfico. Conchita Ledesma fue una de las reinas indiscutibles, no ya de la belleza, sino de la tarjeta postal. Hay infinidad de imágenes de ella que no he podido incluir en su biografía, por variados motivos, y que ahora os dejo aquí para que las disfrutéis tanto como yo las he disfrutado.
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Conchita con sillita verde y primoroso vestido de tul rizado |
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En la misma sesión de fotos, esta vez sin colorear |
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Otro de sus anuncios publicitarios |
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Tres preciosas imágenes caracterizada para actuar en "La gatita blanca", un clásico del género chico |
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Con mantilla de blonda y pose relajada |
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Otra caracterización, esta vez como juez (algo impensable en una mujer de la época) |
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La inevitable postal con peineta y mantón, la pose más clásica de la cupletista aflamencada |
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Y por último, tal y como aparecieron en la prensa francesa, las reinas de la Mi-Carême de 1906. En el centro la finalmente elegida, a la izquierda de ella, nuestra Conchita. A la derecha la italiana, que despertará comentarios no exentos de cierta polémica... |
Estas mujeres de principio de siglo, famosas por su belleza, no creo que lo fueran hoy tanto, ya que es más bien el tipo espigado, elegante-esquelético el que hoy está en "boga". De todos modos, comprendo muy bien tu entusiasmo por estas sombras del pasado --sonrientes, amables y bellas-- que nos ayudan a olvidar por un momento la "merde" en que está sumergido actualmente el mundo y su gente, sin remedio.
ResponderEliminarPor ello lancemos un ¡viva el cabaret y sus mujeres!, así como el amor que, cual bellas flores, a manos llenas iban dejando en su camino.
Tienes razón, Ernesto. Hoy en día Conchita no se "comería una rosca", a no ser que adelgazase, se depilase las cejas, se operase la nariz y cambiase de peluquero. De todos modos ¡viva el cabaret y sus mujeres! con su promesa de exuberantes abundancias e ingenuas locuras.
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