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Olympia D'Avigny, napolitana de potente voz y físico impactante, una más entre las olvidadas |
El caso de Olyimpia D'Avigny tiene un interés añadido al de su relevancia dentro de la historia del cuplé: se trata de la típica figura de la artista que alcanza una gran popularidad, logrando adquirir fama y fortuna gracias a su talento y su esfuerzo, pero que acaba en la miseria y en el más ingrato de los olvidos.
En su caso el olvido viene dado, como en tantas otras de sus compañeras de escenario, por la decadencia del género que le hiciera famosa pero también por otras peculiaridades de su personalidad, como fueron su proverbial generosidad y su afición al juego. Como ella, pero con más diamantes que jugarse, terminó nada menos que la Bella Otero. De Carolina mucho se ha escrito y bastante se sabe, de Olympia apenas nada. Y aquí está este blog para contarlo.
Olympia D'Avigny, cupletista
Napolitana de nacimiento, nada he conseguido saber con certeza sobre la fecha de tan fausto acontecimiento aunque por ciertos datos biográficos la sitúo con anterioridad a 1880. Siempre se calló su edad, como hacían las otras, pero en su caso con algo más de motivo ya que podía haber pertenecido, por generación y orígenes, a la primera hornada de canzonetistas extranjeras que pusieron de moda el cuplé en España. Aunque en su caso no llegó hasta nuestro país hasta bien entrado el siglo XX y no precisamente cantando cuplés.
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Nápoles a principios del siglo XX, con el imponente (y humeante) Vesubio al fondo |
Olympia contaba que comenzó su carrera por puro azar, ya que estaba estudiando para maestra y en la escuela se organizó una función teatral en la que le tocó, por esas cosas de la vida, el papel principal. Su voz y su soltura escénica sorprendieron a todos, incluida la propia interesada que, contra la voluntad de sus padres, abandonó los estudios para dedicarse al veleidoso mundo del artisteo. Se enroló en una compañía de comedias con la que se lanzó a la aventura de las giras interminables. Ya debidamente fogueada, regresó a Nápoles donde debutó como actriz en el Salón Marguerita obteniendo un gran éxito entre sus paisanos, según contaba ella misma. Alma inquieta, no contenta con esto intentó hacerse
mima, actividad que a finales del XIX era el equivalente a las
vedettes de revista posteriores. Pero su físico le impidió llegar a ser una
mima de primera, ya que solían ser mujeres de imponente constitución y Olympia era más bien menuda para los cánones "mímicos". Pero si bien su estatura no daba la talla, lo que sí la daba era su voz y decidió estudiar canto nada menos que en La Scala de Milán(!). Durante tres años fue una alumna de provecho pero no brillante: su voz era bonita y correcta pero le faltaba la potencia que la ópera italiana requería así que, en otro de los giros aventureros de su asombrosa carrera, formó compañía con cuatro mandolinistas y otros tantos violinistas partiendo hacia París. Allí la fortuna le acompañó ya que debutó en el mítico Folies Bergere con el nombre artístico de Olympia la Napolitana. Ataviada con una fantástica indumentaria inspirada en la de su tierra y rodeada de un coro de guapas
mademoiselles algo más destapadas, alcanzó el éxito en la ciudad donde todos querían triunfar y pocos lo conseguían.
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La iglesia de Saint-Gervais en 1899, con su estrecho callejón adoquinado, imagen de un París ya perdido |
En París -siempre según la propia Olympia- conoce la fama absoluta y el éxito desmedido, gana dinero a raudales, es deseada y requerida por los hombres y alcanza, en definitiva, la cúspide de la fortuna tanto personal como profesional. Después, sin razón aparente, abandona todo esto y se marcha a América, de allí a España... y es aquí donde fabula gran parte de su autobiografía, contada por ella misma en plena decadencia personal y artística. Pero la verdad no era esa, o al menos no lo era del todo. Lo que oculta es la presencia primordial de un hombre que formó parte de su vida en sus primeros años de carrera. Olvidar la influencia en su vida de este hombre nos dice mucho más sobre lo que significó para ella que si la hubiera reconocido.
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Berardo Cantalamessa fue el primer cantante italiano en grabar un disco (fuente: www.tarantelluccia.it) |
Esa versión edulcorada que Olympia dio de sus comienzos -por otra parte llena de tópicos-, difícilmente puede ser comprobada, pero lo que sí se sabe con certeza es que comenzó su carrera oficial formando pareja con Berardo (o Bernardo) Cantalamessa, napolitano como ella. Autor de pegadizos temas, además de cantante y actor, conoce a una jovencísima Olympia (no sabemos si antes o después de su aprendizaje en La Scala) y forma con ella un dúo de gran éxito en los escenarios de variedades italianos. Su estilo es el que está de moda: canciones napolitanas, alegres o sentimentales según la ocasión, ejecutadas "a gran voz". De hecho, Berardo no posee un gran voz tipo Caruso, pero ha pasado a la historia por ser el primer italiano en grabar un disco con su tema más famoso
'A Risa (La Risata), adaptación de un tema norteamericano que firma como autor sin rebozo alguno. Más tarde grabará junto a Olympia otros temas entre los que figura el que os dejo a continuación, con su enlace en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=eifj6BkU3CA
Con Berardo parte a América en 1907, más concretamente a Argentina, donde el cantante morirá en 1917 a los cincuenta y ocho años. Pero antes de este luctuoso suceso, Olympia ya ha roto su pareja artística (y acaso sentimental) y ha formado otra, esta vez con una mujer.
Cuando la napolitana Olympia conoce a la bailarina bonaerense María Cores, habitual como ella del circuito de variedades, surge entre ambas una corriente inmediata de simpatía y afinidades. Las dos saben complementarse, Olympia en la voz y María en el baile, y sus números tienen un éxito inmediato ya que saben ofrecer al público los ritmos de moda por aquellos años: machichas, tarantelas, tangos, etc, todos ejecutados con primorosa técnica aderezada con su correspondiente pizca de picante.
Olympia es femenina, voluptuosa y redondeada en su punto justo. María es atlética y masculina (Retana, con su proverbial ironía, decía que se parecía al marqués de Somosancho), no tan guapa como la napolitana pero sí una excelente bailarina. Acaso movidas por el deseo de conocer nuevos escenarios o quizá con un contrato ya a la vista, marchan a Europa y debutan en Madrid, en el Circo de Parish (o Price) a finales de 1906. Se hacen llamar, como no podía ser de otra manera, Las Argentinas y su éxito fue tan colosal... como el consiguiente escándalo.
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El debut de "Las Argentinas" en el Circo de Parish madrileño y alguna de las fotografías que lo inmortalizaron |
Como muchas de sus contemporáneas en las tablas, Las Argentinas se repartieron en su número los papeles masculino y femenino. Este ardid les permitía -a ellas y a las otras- ejecutar números atrevidos que la censura (no por oficiosa menos efectiva) no pasaría en el caso de ser una pareja mixta. De todos los números que trajeron a Madrid uno en especial fue motivo de escándalo y, cómo no, de multitud de copias, plagios y emulaciones más o menos descaradas: la célebre machicha.
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Olympia y María Cores "Las Argentinas", tal y como aparecían ataviadas en su primer espectáculo en España |
De la machicha y sus consecuencias ya os he hablado en otras entradas de este blog (
http://consuelitoyotrasbellasdelcuple.blogspot.com.es/2012/11/las-otras-antonia-de-cachavera-i.html), pues fue inmediatamente adoptada por otras artistas y sus influencias en la escena española fueron de largo recorrido y variado alcance (recordad "La Machicha" de Fornarina, cuplé mítico donde los haya).
Pero no sólo de machicha vivían Las Argentinas, ya que a todo le daban con gusto y atrevimiento, a veces más de lo último que de lo primero.
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Pasito garboso número uno, ... |
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... pasito número dos ... |
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... seguido del tercero ... |
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... y final en pose |
No había ritmo que se les resistiese ni atuendo imposible al que se opusieran. Aunque en alguna ocasión no hubiera estado mal un poco de resistencia por su parte.
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Si se tenían que poner flamencas y marcarse un garrotín, mantón, mantilla y sombrero cordobés eran un "must" |
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Para la tarantela y otros ritmos napolitanos o al menos italianos... |
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... se mezclaba sin empacho lo étnico con lo cupletero |
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Y para la machicha mezcla de estilos y desparpajo, mucho desparpajo |
El éxito de la machicha supone la cara y la cruz en la carrera de Las Argentinas. Si por un lado son contratadas tanto en España como fuera de ella, ganando con el insinuante baile pesetitas, francos y unos cuantos pesos, también es cierto que el desmedido éxito hace que una horda de insinuantes y talentosas señoritas las imiten hasta el hartazgo. Llega incluso a formarse un dúo llamado Las Argelinas, que le echaban a la machicha y al tango un exceso de picante que provocó un sonado escándalo ante un público que, en cierta ocasión, "se mostró descomedido pidiendo cosas impropias de un lugar que se llama teatro". Las Argentinas originales, más finas e insinuantes que explícitas y provocadoras, no tuvieron problemas con esta competencia de baja estofa, pero sin duda vieron cómo la fórmula comenzaba a agotarse.
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Durante un tiempo Olympia siguió siendo principalmente conocida como una de "Las Argentinas" |
Aunque amigas, Olympia y María comienzan a sentir el desgaste de la convivencia artística, y deciden separarse sin que se sepa de rencores ni resentimientos por ninguna de las partes. La italiana siempre tuvo buenas palabras para la argentina pero ésta decidió volver a su tierra y, muy probablemente, no volvieron a verse. Sus destinos se bifurcaron: María Cores supo administrar lo ganado retirándose a tiempo de disfrutarlo sin tener que volver a descoyuntarse sobre el escenario. El caso de Olympia es diferente, ya que su personalidad era más propensa al gasto (mejor dicho, al dispendio) y era una artista de talento que buscó su hueco en la escena y lo encontró sin necesidad de pareja artística. Su gran voz, curtida en los registros líricos, le ayudó a debutar en solitario con gran éxito.
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Olympia supo adaptarse a las actuaciones en solitario gracias a su voz y a su vistosa presencia |
Una vez liberada de la necesidad de contonearse provocativamente, el público español descubrió a una cantante de voz poderosa y llena de matices, con una sobria puesta en escena y una deliciosa dicción. Erguida en medio del escenario, elegantemente opulenta, la D'Avigny interpretaba temas napolitanos tan célebres como "¡O sole mio!"o "Torna a Sorrento", pero decidida a triunfar en España -donde su carácter expansivo encontró feliz acomodo- se decantó por un repertorio en castellano que enriquecía con un gracioso acento italiano. El resultado fue una cantante, más que una cupletista, a la que tomaron como ejemplo a seguir muchas otras, entre ellas divas indiscutibles como Raquel Meller y La Goya.
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El compositor Ernesto Tecglen, uno de los más grandes de aquellos tiempos del cuplé |
Grandes compositores como Ernesto Tecglen o Salvador Valverde le ofrecieron sus temas, atraídos por la técnica vocal y la personalidad de la simpática italiana. En 1910, todavía como Olympia la Argentina, debuta en el Trianón Palace de Madrid estrenando un tema inolvidable de los hermanos Romero, "Y tú no eres eso", que cuarenta y siete años más tarde haría suyo Sara Montiel en "El último cuplé":
Y no es que me importe
haberte querido,
que limosna también se da a un pobre
y tú un pobre has sido.
A partir de ahí comienza una época de éxito y adquiere, sobre todo, prestigio profesional. Es seguida por un público fervoroso, respetada por los críticos y considerada como una maestra por las jóvenes cupletistas que comienzan. Después -o mientras tanto- todo se tuerce y como una corriente tumultuosa que ha estado oculta bajo un mar aparentemente en calma, la vida de Olympia estalla y se rompe en las costas de la realidad.
Pero tanta acuática metáfora será debidamente explicada en la siguiente entrada sobre la apasionante vida de la olvidada napolitana.
Que preciosidad de entrada!!! Muy interesante la vida y la carrera de Olympia!
ResponderEliminarGracias, por compartir toda esta información y las bellas imágenes!
Abrazos!!!
la d'avigny tiene canciones napolitanas y la Chimenti que vio como su marido pese a ir de payador argentino era reclutado por el ejercito italiano y desconsoladamente le cantaba todas las noches cuando supo que desmobilizado tenia otra partenaire y debutaba en un loca de Suiza le dedico aquel cuple celebre que tanto gustaba a la Goyita a la que tambien engañaron muchos quitandole el dinero , ladron¡¡ ladron¡¡...no lo recuerdo bien pero creo que era del pinton Martinez Abades..lo tengo en disco..y esta en un box de 4cds que hice tiempo ah...como Olimpia la d'Avigny tiene Pathe's excelente la biografia no la hubiera yo podido reunir mejor...de la Fregolina y la Fatima Miris italiana de Alexandria tengo postales circenses y de esta ultima algun disco fue la maquietista mejor de su tiempo y la Amalia de Isaura no llego nunca a tener su arte pese a que la imitaba
ResponderEliminarExcelente, como siempre. Da gusto la información e imágenes que aportas. Mi felicitación más sincera. ¿Sabes que canté con el hijo (ya muy viejito) de Ernesto Tecglen? Fue el famoso foxtrot de su padre "La chula tanguista" y me acompañó el propio Tecglen hijo con un ukelele.
ResponderEliminarGracias, Olga.Y sabes que ser leída por ti es para mi un honor. Es fantástica la anécdota que cuentas, ese Tecglen (hijo) tocando ¡un ukelele! para acompañarte, nada más y nada menos, que en "La chula tanguista". No sé qué hubiera dado por verlo. Gracias por leerme.
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