La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

viernes, 8 de abril de 2011

LA FORNARINA XIII: Ruptura

Fornarina en 1913, caracterizada (y coloreada)
para
uno de sus números

Comienza 1913 y, como si de la pesadilla de un supersticioso se tratara, el número trece le trae a Fornarina la peor de las suertes: su ruptura con José Juan Cadenas, de forma traumática, explosiva y (casi) definitiva.
Ya hemos visto que su relación fue siempre tormentosa e irregular. Formaban la típica pareja que aún queriéndose de forma pasional no soporta bien la aridez de la convivencia diaria, y aún teniendo intereses comunes, sus formas de ver la vida no podían ser más opuestas. Ambos mantuvieron relaciones paralelas de mayor o menor relevancia que eran la causa o el efecto de cada uno de sus muchos desencuentros pero, al final, estas relaciones esporádicas se quedaban en nada una vez cumplida su función de entretenimiento, venganza o simple gancho. Durante muchos años se alejaron el uno del otro, se engañaron con la más deliciosa de las inconsciencias y se turnaron en el perdón olvidando los deslices del otro, al menos en apariencia. Pero, como no podía ser de otra manera, llegó el momento en que tal situación se hizo insostenible. El detonante, como ya hemos visto, fue la relación de Cadenas con Manón, pero también Consuelo cometió la torpeza de "dejarse querer" de forma demasiado pública por parte de uno de sus más constantes y antiguos enamorados, el poeta Enrique Amado.
Enrique Amado y la paradoja de su apellido: fue el más constante
y el más triste de los enamorados de Fornarina

El que fuera uno de los organizadores del famoso banquete en Parisiana, siempre actuó discretamente a la sombra de Fornarina, pendiente de sus necesidades, deseos y... caídas. Y durante una de estas caídas, probablemente a raíz de la relación de Cadenas con Manón, el hasta entonces desinteresado admirador le jugó una premeditada mala pasada a Consuelo: procuró que su tonteo de verano durante unos días de vacaciones en Vigo, fuese conocido y comentado por propios y extraños, esperando sin duda una reacción definitiva de compromiso por parte de Consuelo después de tantos años de amor en la sombra. La jugada no pudo salir peor ya que, no sólo no consiguió el amor de la cupletista, sino que le dio a Cadenas la ocasión que éste esperaba para terminar con la relación, y de la peor de la maneras posibles: cegado por el amor propio -celos no hay cuando amor ya no existe-, Cadenas prohibió a Fornarina llevar en su repertorio todos los temas firmados por él.

Cadenas se dedicó a la adaptación de operetas y al montaje
de revistas musicales después de su ruptura profesional con Fornarina

Ya sabemos que el repertorio de Fornarina estaba compuesto, en su mayor parte, por temas originales de Cadenas o adaptados por él. Para colmo, desde muy jovencita tuvo dificultades para el aprendizaje de nuevas canciones debido a sus carencias educativas y a una falta de memoria musical que se fue agudizando con el paso del tiempo y sus crecientes problemas de salud. Además, las canciones de Cadenas eran las más populares de su repertorio y las más solicitadas por público y empresarios. Todo esto significaba el desastre y el más que probable final de su carrera, ahora precisamente, cuando se encontraba en lo más alto.
Fornarina cayó en una depresión. Por entonces no se le daba este nombre y ella misma declaró que estaba "neurasténica", que sentía una gran tristeza, una insatisfacción constante y que nada ni nadie conseguía sacarle de tal estado. Además, estaba enferma, enferma de verdad.

Una rubia Fornarina nos sonríe con melancolía

Desde que en Leipzig le fuera diagnosticada una enfermedad de tipo ginecológico y le recomendaran una intervención quirúrgica para atajar su mal, Fornarina no hizo más que evadirse y huir de la realidad, visitando a diferentes especialistas tanto en España como en el extranjero cuando los fuertes dolores le impedían hacer una vida normal. En cuanto la crisis pasaba, la cupletista se olvidaba del problema, se lo negaba a sí misma y a los demás, y decidía posponer la operación para más adelante, siempre "para más adelante". Su actitud de evasión y negación de la enfermedad recuerda a la que, años más tarde, también mantendría en muy parecidas circunstancias una mujer excepcional, Evita Perón. Como ella, accederá a ser intervenida cuando sea ya demasiado tarde.

Hay un paralelismo entre la vida de Evita y la Fornarina,
un punto de encuentro trágico e ¿inevitable?

Pero enferma o no y por encima de todo, estaba su carrera, y sin pensárselo dos veces se agenció un nuevo repertorio de diferentes autores, todos ellos deseosos de poner sus temas al servicio de "la reina del cuplé". Comenzó, con gran dificultad, a preparar el nuevo repertorio con métodos que hoy en día nos parecen algo pintorescos: cantaba a todas horas (de oído, sin saber solfeo) y procuraba que las personas de su entorno se aprendiesen también los temas y los cantasen constantemente. Al final, a base de repeticiones, los nuevos cuplés iban tomando forma en su garganta, después de haber pasado de su oído a su cerebro de manera harto superficial. Algo rústico pero efectivo.
Voluntariosa y resolutiva, seguía manteniendo una apariencia de simpatía y conformidad de cara a la galería. Pero a los más cercanos no podía engañarlos: su situación debió convertirse en algo tan patético y lamentable que, gracias a la intervención de amigos bienintencionados, Cadenas volvió a permitir a Consuelo cantar sus temas pero sin transigir en asuntos más personales. En lo que a él se refería la ruptura sentimental era definitiva y no había posibilidad de marcha atrás.
Consuelo hubo de resignarse, pensando -no sin razón- que vendrían épocas mejores y que lo más conveniente era esperar a que el tiempo y la distancia calmasen los recelos de su Pepe. No se dio por vencida y continuó con su vida. La mejor forma de evasión a sus problemas afectivos y la mejor de las disculpas para no tomar una decisión definitiva con respecto a su salud, fue el trabajo. Continuó cumpliendo sus distintos contratos fuera de España hasta el mes de abril, cuando se presentó -como todas las primaveras- en Madrid. Y así debutó en el Apolo el 19 de abril llevando su antiguo repertorio y alguno de los nuevos temas.
Obtuvo un gran éxito y prensa y público se volcaron con ella. Apareció en escena "gentil, alegre, distinguida siempre", fue recibida con "halagüeño murmullo de simpatía", y los "acentos mimosos de su voz cariñosa y sugestiva" unidos a las "notas picarescas, un ingenuo candor" con que matizaba sus cuplés, fueron los causantes de una acogida de gran calidez por parte del público madrileño, siempre entregado de antemano a su simpática paisana. En estos momentos de su carrera, un teatro como el Apolo bien podía llenarse tan sólo con amigos y admiradores incondicionales de Consuelo.
En el ABC apareció esta fotografía tomada en su debut en el Apolo.
Nunca estuvo tan guapa, aunque la procesión iba por dentro...

Fornarina es, una vez más, el número fuerte y final del espectáculo en el que, durante dos meses, se turnarán obras tan variopintas como "El niño castizo", "El nuevo testamento", "Los cadetes de la reina", "La canción húngara", "El sostén de la casa", "El santo de la Isidra" o "Las musas latinas": opereta, sainete y género chico en sana -y productiva- convivencia. La gran apuesta de la temporada, la revista "Las musas latinas", no tiene el éxito esperado y sus autores (Moncayo y Penella) la reforman introduciendo tres nuevos números para su protagonista, Amalia de Isaura. Pero todo intento se revela como inútil y las musas resultan ser caprichosas e ingobernables criaturas que merecerán, con razón, críticas como la siguiente: "... tuve que aguantar la insoportable lata de ese esperpento, derroche de mal gusto que se llama Las Musas Latinas", a pesar de la Isaura, artista versátil y de peculiar talento que se merecerá en su momento su propia entrada en este blog.

Curioso fotomontaje de la época que nos muestra a Amalia de Isaura
en los cuatro personajes que interpretaba en "Las musas latinas"

Pero si las musas se van, Fornarina permanece. En mayo, mes que parece propicio para el renacimiento y la alegría, Consuelo continúa actuando con gran éxito en el Apolo. El día 4 se celebra la primera Fiesta de la Flor, acontecimiento de tipo benéfico en el que mediante la cuestación por parte de damas y señoritas de cierta relevancia social, se recaudaban fondos para el auxilio de los tuberculosos indigentes. Y así, mucho antes de la "banderita", a los madrileños se les imponía un alfiler con una florecilla de papel como muestra pública de su generosidad y desprendimiento. Consuelo fue una de las figuras solicitadas para la cuestación y la prensa, puntualmente, informó sobre la anécdota que tan sugestiva postulante previsiblemente provocara: encontrándose en la plaza de Canalejas pasó un elegante caballero que inmediatamente fue fichado por la cupletista; al ver el clavel que se le ofrecía a cambio de unas pesetas, le preguntó a Fornarina: "Y un beso ¿cuánto vale?" y ella, tras vacilar unos segundos, respondió: "Un beso no se puede tasar. Pero tratándose de socorrer a los tuberculosos, yo lo tasaría en cien pesetas ¿es mucho?". E indudablemente lo era, pero el transeúnte echó mano a la cartera, sacó las cien cucas y tras depositarlas en el cestillo, rozó con suavidad la mejilla de Consuelo con un casto amago de beso.

La cubano-española Catalina Bárcena era, en 1913, una dama
joven
del teatro con un gran futuro por delante

Además de chicas anónimas -eso sí, todas de buena familia-, hubo otras artistas célebres y hermosas que intervinieron en la cuestación, como Catalina Bárcena, Joaquina Pino o Mercedes Pérez de Vargas (todas ellas pertenecientes a géneros teatrales de mayor prestigio que las variedades), pero la única a la que la prensa diferenció entre todas fue a Fornarina. Había algo en ella, su sencillez, su simpatía, su generosidad sin alardes, su belleza cercana y sin artificios, que le hacían ser seguida con cariño por el gran público. Las otras eran admiradas y estaban, acaso, mejor consideradas. Pero ella era sin duda la más querida.

Toreros de 1913 antes del paseillo

Ese mismo mes de mayo aparece en el número 10 de la revista taurina "Palmas y Pitos" una curiosa entrevista a Fornarina, donde se le pregunta su opinión sobre la fiesta de los toros y sus preferencias en cuanto a las principales figuras de la temporada. Aunque Bombita es su favorito, prefiere no explayarse por no molestar a una compañera, refiriéndose sin nombrarla a La Goya, por entonces novia del torero; en cuanto al favorito del público, el Gallo, es tajante, no le gusta nada porque cada vez que le ha visto ha sido huyendo y "tirándose de cabeza al callejón"; el tercero en discordia es Vicente Pastor, al que califica de "desangelao" e "inglés vestido de torero", calificativo éste que para un matador de toros debía de significar algo realmente terrible...
Vicente Pastor fue un torero de gran arrojo
y físico poco favorecido

En lo que a las corridas de toros se refiere, Fornarina tiene una opinión ambigua pero valiente: como española le gusta el ambiente de la plaza, el brillo y la policromía del traje de los toreros, "las mujeres con mantilla blanca y claveles rojos", la música, los gritos y el ambiente en general pero, para ser sincera, no le gusta la lidia en sí, sufre por los caballos y los toreros (literalmente en este orden), en realidad no entiende nada de corridas de toros y lo pasa mal cuando va a alguna. Precisamente por esta época se rumorea sobre un beso robado por cierto famoso torero a la cupletista, en un lugar tan público como una estación de tren. Fue un rumor de incierta base que ni pudo ser confirmado ni llegó tan siquiera a la siguiente estación. Fornarina, discreta y con veleidades intelectuales, tuvo siempre unos gustos muy particulares en lo que respectaba a los hombres y en estos gustos los toreros, simplemente, no entraban.

Mantillas blancas y claveles rojos: la imagen tópica y típica
de la española taurina de principios del siglo XX

El 22 de mayo Fornarina hace su despedida y beneficio en el Apolo. Comienza la temporada de verano en Alicante, donde debuta el 5 de junio en su Teatro de Verano. Cumplirá con numerosos contratos en el extranjero, entre los que destaca el gran triunfo obtenido en el salón Wintergarden de Berlín, ciudad donde tiene ya incondicionales seguidores y donde posará este mismo año para una exquisita colección de tarjetas postales. La Fornarina que aparece en estas postales se aleja de la imagen de cupletista francesa que cultivaba en su país y es más racial, más de "española de pandereta", muy al gusto berlinés. Está en la plenitud de su belleza, y su sonrisa resplandece, radiante y auténtica, hasta debajo de un sombrero cordobés de pega.
Las postales berlinesas de Fornarina están entre las más
conocidas y fueron ampliamente comercializadas en su época

Sigue cumpliendo con diferentes compromisos pero, a diferencia de años anteriores, se toma en verano unos días de asueto en Biarritz sin que medie actuación alguna. De estas pequeñas vacaciones nos dejó un delicioso reportaje fotográfico que, remedando al del famoso banquete en Parisiana, bien podía haberse titulado: "Fornarina entra en el agua. Fornarina sale del agua. Fornarina se seca". Las poses playeras al estilo rígido y poco natural que imperaba en la época, nos muestran a una Consuelo poco favorecida, con una expresión inescrutable que no se corresponde con un momento tan lúdico y, se supone, placentero. Siendo como fue una gran profesional, con un concepto tremendamente moderno de la importancia de la propaganda para la carrera de una artista como ella, podemos suponer que este reportaje fue una autoimposición publicitaria a la que se sometió en un momento de su vida poco propicio. El corsé debajo del bañador nos da la pista definitiva: en realidad está trabajando y no divirtiéndose.
Esa manera tan natural de entrar en el agua...

...esa salida, no menos natural, con bañero "cachas" incluido...
...y esa pose final, digna de un número del Folies Bergère.

Durante el resto del año sigue trabajando especialmente fuera de España. Los viajes son constantes y obedecen a un buen momento profesional tanto como a uno pésimo en lo personal; una especie de huida hacia adelante que lleva a Consuelo a buscar la evasión y el olvido. Es posible que fuera esta la época en la que, según algunas fuentes, comenzó a consumir opio. Personalmente me cuesta creer que una mujer como Fornarina tuviera propensión a una adicción como esa. Alguien con su tenacidad, su capacidad de lucha y sus ambiciones, no parece capaz de caer en algo tan anulador de la propia personalidad como es la droga. Por otra parte, es cierto que el opio estaba de moda y su consumo no estaba mal visto en según qué ambientes. Me inclino a creer que, de ser verdad esta dependencia, fue tan breve como fácilmente superable y se debió a su ruptura con Cadenas, a su neurastenia y quién sabe si también a las crisis de su enfermedad, que le causaba dolores cada vez más intensos.
Afortunadamente sigue a su lado su amiga Nati, alegre camarada en los buenos momentos y leal compañera en los más tristes. Gracias a ella, su casa no está vacía ni le falta quien le "cante las cuarenta", insistiendo constantemente en que debe cuidarse más y acceder a la operación que en tantas ocasiones le han recomendado. Consuelo, impermeable a los buenos consejos, no escucha a su amiga. La relación entre las dos comienza a resentirse, de forma sutil pero imparable.

La imagen más sofisticada y elegante de Fornarina,
la más parisina de las cupletistas españolas

El año termina con el "escándalo de los brillantes" del que ya os he hablado en un Intermedio. A pesar del quebradero de cabeza que supuso para Consuelo, no dejó de ser un inconveniente de tipo ligero que terminó de la mejor manera y le aportó la dosis justa de publicidad. Gracias al trabajo, a sus amigos y a su público, Consuelo continúa con su lucha. Aún le quedan por vivir grandes satisfacciones profesionales y alguna que otra grata sorpresa en lo que al corazón se refiere.

4 comentarios:

  1. Quisiera felicitarte por este blog. Es una delicia pasearse por aquí.
    Desde niña me encanta esta etapa histórica, cuando me entretenía leyendo entre TBO y TBO los fascículos encuadernados por años del Blanco y negro de mi tio abuelo.

    Saludos, Narán

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  2. Fantastica entrada como siempre, y aquello de parecia "un ingles vestido de torero" me ha hecho mucha gracia.
    Pasando a otra cosa , en mi blog estoy preparando una entrada sobre el Teatro Lírico de Palma, por lo que he descubierto que la Fornarina actuo en ese teatro. Mi pregunta es si tiene usted alguna fotografia de aquella ocasión. Yo no he sido capaz de encontrarla. No he encontrado correo de contacto, así disculpe que le pregunte en la sección de los comentarios.

    Saludos y buen domingo.

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  3. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Este blog está hecho para que lo disfrutéis, aparte de la información que pueda prestaros. Lorenzo, lo primero háblame de tú, que entre blogueros hay confianza... En cuanto a la actuación de Fornarina en el Lírico de Palma, no tengo de momento fotografías ya que no era costumbre en la época los reportajes gráficos sobre las actuaciones de las cupletistas. Se hacían reportajes exhaustivos (con argumento incluido) sobre los estrenos teatrales más "serios": zarzuela, opereta, sainete, comedia, drama,etc, pero las variedades y el cuplé se consideraban géneros menores y no se publicitaban de esta manera. De todos modos buscaré todo lo que pueda sobre la actuación de Fornarina en Mallorca y te lo pasaré en cuanto encuentre algo. Respecto al correo electrónico, para ti y para todos los que deseen ponerse en contacto conmigo, voy a incluirlo en el perfil (si es que sé cómo hacerlo...) Lo dicho, muchas gracias.

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  4. Gracias Nostálgica, te lo agradezco. Si lo encuentras le haría un enlace a tu blog, esa era mi idea al pedirtelo.
    Respecto a poner la dirección de correo, en el lateral puedes usar una casilla que hay en "diseño" para escribir lo que quieras. Es lo más facil.
    Saludos cordiales.

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