De entre las chicas del cuplé que se hicieran famosas por causas que poco o nada tuvieron que ver con lo artístico, destaca muy por encima de las demás la desvaída figura de Mary Focela. Esta olvidadísima cupletista debió gran parte de su efímera fama a la menos glamurosa y musical de todas las actividades humanas: la política. Sí, habéis leído bien, la política. Y más exactamente en su versión española, vertiente nacionalista. Nada importa que la voluntariosa Mary luchara durante años para hacerse un digno hueco en el mundo de las variedades, ni importa que fuera ella quien estrenó "El relicario", uno de los cuplés más famosos de todos los tiempos: lo único en lo que destacó y por lo único que obtuvo sus quince minutos de gloria fue por el eterno conflicto entre el estado central español y las aspiraciones soberanistas catalanas. Ahí es nada.
Así que, señoras y señores, catalanistas y españolistas, cupleteros o no, pasen y lean la verdadera pequeña historia de la auténtica y diminuta Mary Focela
(1).
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De la Focela llegaron a decir que "era más pequeña que una lentejuela" y algo de razón tenían |
Mary Focela, cupletista
Nacida en 1899 en Algeciras (aunque la fecha, como siempre, hay que ponerla en cuarentena) María Focela Molina se quedó huérfana de padres a la tierna edad de cuatro años. Sus abuelos, que vivían en Madrid, acogieron con cariño a su nieta, que ya se caracterizaba por su cuerpecillo menudo y unos enormes ojos negros. En las sucesivas casas de alquiler que sus abuelos tuvieron en la capital (en las calles de Atocha, Eloy Gonzalo, Magadalena y Alcalá entre otras) transcurrió su infancia, recibiendo las influencias madrileñas que posteriormente hicieron pensar al personal que era oriunda de la Villa y Corte. Pero la desgracia perseguía a la pobre María y a los diez años murieron sus abuelos, quedando en las
garras manos de una tía suya casada con un militar. La tía era de armas tomar -no en vano su marido posteriormente llegaría a coronel por méritos propios- y ambos eran poco dados a las efusiones y a demostrar los afectos con la infancia de origen ajeno. La pobre huerfanita no recibió cariño ni educación adecuada ni, al parecer, adecuada alimentación, ya que quedó para siempre estancada en una estatura que apenas sobrepasaba el metro y cuarenta centímetros. Pero aquella casa tan inhospitalaria guardaba al menos un tesoro, esta vez en forma de piano. En cuanto pasó el interminable luto de la época la tía coronela empezó a recibir de nuevo a sus amistades todos los martes en su coqueto saloncito y el piano quedó liberado de su funda y los espejos fueron despojados de sus pesados paños.
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A comienzos del siglo XX toda casa "bien" tenía su piano (fuente: georgetownsteamboats.com) |
También la pequeña Mary quedó despojada de las tristes obligaciones del luto y su tía optó por lucirse ante las visitas con la vocecita angelical de su sobrina. Y es que habían descubierto, para pasmo de propios y extraños, que la niña poseía una bonita voz, algo chillona, pero con una afinación que no correspondía a su falta de educación musical y una potencia que chocaba poderosamente con su desmedrado físico. En la vida gris de la pobre huerfanita se abrió paso un poderoso rayo de sol: la música, y a ella se agarró porque otra cosa donde agarrarse, simplemente, no había.
Con catorce años, siendo ya una mocita agradable de oír y de mirar, alguien de la tertulia musical le hace ver a su tía la posibilidad de convertirla en una tiple. A la tía coronela no le parece del todo mal la idea y transige en costearle clases de canto y baile en alguna de las reputadas academias de Madrid. Tienen algún amigo periodista o similar y, con su mediación, esperan manejar los hilos de la publicidad en los medios llegado el momento. Mientras tanto, y debido a la bisoñez de la niña, deciden espabilarla y se la llevan a ver un espectáculo serio en el que, ay, actuaba como fin de fiesta la inigualable Pastora Imperio. La figura de la famosa artista, su manera de moverse y cantar, las letras de sus cuplés, el vestuario y la puesta en escena, constituyen para la pequeña Mary toda una revelación y decide, le pese a quien le pese, convertirse en cupletista.
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Pastora Imperio tuvo la "culpa" de que Mary Focela se diera al cuplé en detrimento de géneros más serios |
La decisión de la huérfana es mal recibida por su familia, que considera, bajo un punto de vista de irreprochable moralidad, que tiple se podía ser ya que actuaban en teatros serios, como el Apolo, se casaban cristianamente (o eso aparentaban) y eran recibidas en todas partes; pero cupletista, no, "eso" bajo ningún concepto. Las cupletistas trabajaban en los peores antros, como el Salón Madrid, eran muy mal vistas, alternaban con el público y eran el terror de las asociaciones de padres de familia. Mary no tuvo más remedio que elegir entre sus decentísimos familiares y una vida de escándalos y depravación. Por supuesto, eligió esto último. A pesar de todo convenció a su tía de que ella "sabría guardarse" y consiguió que le pagasen los gastos que suponían repertorio y vestuario. Y así, con poco más de catorce años, debuta en el Salón Madrid (¡horror!) y comienza su carrera de cupletista ganando nueve pesetas por noche y siendo convenientemente acompañada por una señora muy seria contratada por su familia. En 1912 aparece la primera mención a una actuación de Mary Focela en el citado salón, acompañada por Preciosilla y siendo la estrella la célebre Chelito. Un periodista bienintencionado dice de su debut: "Como artista promete y como mujer no tiene nada que envidiar a otras,(...) fue muy aplaudida". Apareciendo crítica tan favorable en El Heraldo Militar podemos colegir, sin mucho margen de error, que había sido redactada por aquel periodista amigo de la familia.
Según Mary, en entrevistas posteriores, su debut no se produjo hasta 1913 y ya tenía quince años. De nuevo nos encontramos con la típica historia de la cupletista que miente sobre su edad real y el año de su debut. Nada nuevo, todas lo hacían, unas para poder debutar siendo todavía unas niñas (a veces los empresarios les obligaban a falsear tal dato) y otras para ir quitándose o poniéndose años según les conviniera.
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El primer anuncio de Mary Focela, en 1913, nos muestra a una niña con zapatos de tacón jugando a ser artista |
En la primavera de 1913 emprende la típica gira por locales de provincias haciendo su aprendizaje en cafés y plazas de pueblo, lugares que por comparación convertían en un lujoso teatro al Salón Madrid, que poseía una merecidísima fama de antro. Su agente de la época debía ser un tipo espabilado y le consiguió a su novata representada formar parte de una de las funciones más prestigiosas de la época: las famosas
soirées Fémina que se celebraban en el teatro de la Zarzuela. Después Mary debutó en el Madrileño, teatro donde será contratada con asiduidad durante años y que se convertirá en una especie de segundo hogar para ella a partir de ahora, cuando precisamente más lo necesitará: sus tíos han cambiado de opinión y se avergüenzan abiertamente de la condición de cupletista de su sobrina. Cortan relaciones con ella y se repliegan en la actitud de desprecio y negación que muchos otros familiares de cupletistas ejercieron, incluso después de la desaparición de la desdichada y aún habiendo recibido la herencia de la susodicha. Sola en el mundo, de nuevo, Mary decide seguir adelante contra el viento de la inmerecida vergüenza y la marea de la supuesta inmoralidad. Vivirá durante años en pensiones de mala muerte, trabajando mucho y ganando poco, haciendo prácticamente cualquier cosa que se le mandase y llegando a lo que cualquiera es capaz de llegar con tal de no pasar hambre. Se convierte en una figura sicalíptica especializada en levantar el ánimo al público masculino, exhibiendo la turbadora mezcla que constituían su figura de niña y la actitud de una mujer experimentada. En el Madrileño comparte escenario con Luisa de Lerma o Amparito Medina, ambas empezando en el mundillo artístico y tan jóvenes como ella.
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Luisa de Lerma, bailarina especializada en baile español, tuvo una larga carrera que alcanzó su esplendor en los años veinte |
En 1913 Mary trabaja mucho y es contratada durante una larga temporada en diferentes teatros asturianos: en mayo en el café Palais de Oviedo, en agosto en el Cervantes de Sama de Langreo y por último en el salón Novedades de Mieres, donde tiene un gran éxito. Es "guapilla y retozona", en palabras de Retana, y posee una voz potente que hace cien años estaba de moda aunque hoy en día nos parezca algo chillona. Su repertorio es el de todas, aquel que los autores van vendiendo por pocas pesetas a la canzonetista de turno que tenga a bien comprar sus canciones. El de la Focela va de lo regional a lo andaluz con toques de tonadilla. Casi siempre alegres, raramente dramáticas, sus canciones evaden al personal y no van más allá de hacer pasar un buen rato.
El resto del año lo pasará en el Madrileño y en noviembre será contratada en el Salón de Columnas de Badalona, muy cerca de Barcelona, en su primer contacto con el público catalán. Aunque en enero de 1914 se anuncia su debut en el teatro Mora de Huelva, se ve obligada a suspenderlo a causa de una enfermedad y su siguiente actuación será en el Alcázar Español de Barcelona. Tiene el éxito suficiente para ser de nuevo contratada pero, después de cobrar el anticipo, se marcha a Madrid sin avisar a los empresarios del Alcázar, Fernando Cadiñano y los hermanos Soriano. Cuando es reclamada por éstos alega que su contrato no fue válido por "ser menor de edad y no valer legalmente su firma". La prensa especializada se ceba en ella, cosa que sorprende debido a la insgnificancia de su figura y a la pequeña cuantía del anticipo. No obstante,Mary claudica y devuelve el anticipo, haciendo así las paces con los críticos. A continuación es contratada por la Cervecería Montañesa de Vigo (en algunos medios aparece como el Café Español) y hacia allá sale pitando sin volverse a mirar hacia Barcelona.
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La Puerta del Sol de Vigo a principios del siglo XX |
Durante los dos meses que pasará en Vigo (preciosa ciudad, todo hay que decirlo) tendrá un éxito más que discreto que no ayudará demasiado a su carrera ya que la cervecería es un salón de varietés de tercera categoría. No sabemos si por la condición explícitamente etílica del local o por otras circunstancias personales hasta ahora desconocidas, el crítico de la revista Eco Artístico hace sobre Mary Focela un comentario asaz crítptico: "Es lástima que no se cuide pues tiene muy bonita voz". ¿A qué se refería con lo de no cuidarse? ¿No llevaba la pequeña cupletista una vida lo bastante ordenada? ¿Eran sus costumbres algo disipadas y poco saludables? ¿O simplemente trasnochaba mucho y no llegaba a tiempo a sus clases de canto? Lo más probable es que el comentario se basara en una observación de tipo personal, algún momento de debilidad de la Focela captado por un ojo tan crítico como poco compasivo. Ese cuarto de hora o esos cinco minutos (depende de cada una) que por entonces separaban para una buena chica la diferencia entre lo saludable y lo inconveniente.
El caso es que Mary le toma cariño a Vigo y a finales de junio es contratada por el Café Brasil, donde actúa al lado de la exuberante Lidia Gipsy.
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Lidia en pose elegante a la par que sugerente... |
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... y Lidia en versión superabundante para la escena |
Conocidas desde que empezaron en el Madrileño, Lidia y Mary compartieron escenario en muchas ocasiones a lo largo de los años y acabaron siendo amigas. En el Brasil de Vigo el público se decanta por la italiana (o lo que fuera, que nunca se supo con absoluta certeza) ya que sus bailes orientales y sus monólogos son del tipo sicalíptico y todo lo subidos de tono que las autoridades competentes toleraban. Mary hace lo que puede, pero su físico no le permite comunicarle al público la explícita sugerencia de la oronda Lidia. A pesar de todo el año 14 es para Mary enormemente favorable a nivel laboral. La temporada veraniega la lleva al López de Ayala de Badajoz en julio; en agosto regresa durante unas semanas al Madrileño, donde es la estrella indiscutible; y a finales de agosto debuta en el Pabellón El Brillante de Cartagena.
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"Pabellones del Ayuntamiento y el Casino en el muelle comercial de Cartagena" fuente: https://cartagenaantigua.wordpress.com |
Cuando en septiembre reaparece en el Madrileño vuelven a criticar "su aire enfermizo, que le perjudica", a pesar de considerar su voz como bonita. El caso es que tiene las energías suficientes para seguir trabajando con intensidad: en octubre actúa en el teatro de la Cruz de Arganda; poco después debuta en el Salón de Columnas de Bilbao; en noviembre debuta en el Cómico de Cádiz y allí, en su tierra, pasará más de un mes aguantando el tipo ya que en diciembre se descubre, gracias a la prensa, que "la empresa estuvo con ella, a última hora, algo abusiva, abuso que cortó la autoridad haciendo justicia a la artista". Los sueldos bajos, las inflexibles condiciones laborales y las extralimitaciones de todo tipo se daban en el mundo del cuplé con una intensidad directamente proporcional al nivel del local en el que se trabajara. Teatros de cierta categoría como el Cómico de Cádiz solían tratar decentemente a las artistas consagradas, pero a figuras de tercera o que estaban empezando, como era el caso de la Focela, las sometían a condiciones de semiesclavitud. En este caso debieron ser tan terribles que la ley (o la normativa) se puso del lado de la cupletista.
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La calle Duque de Tetuan de Cádiz a principios del siglo XX |
De Cádiz sale hacia el Principal de Guadalajara y de allí a Aranjuez, cerca de Madrid, donde terminará 1914 y comenzará 1915 actuando en el Madrileño, su verdadero hogar en aquellos tiempos. Allí trabajará de forma continuada hasta la primavera, compartiendo escenario con figuras como el matrimonio formado por los cómicos Luis Esteso y la Cibeles o la cupletista valenciana Adela Margot, con la que Mary coincidirá en multitud de escenarios ya que compartieron agente durante muchos años.
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Adela de Vicente, más conocida como Adela Margot, fue una guapetona cupletista valenciana de poderosa voz |
Antes de comenzar la temporada veraniega de 1915, Mary decide darle un giro a su repertorio y se decanta por palos flamencos como las guajiras o las granadinas que, según la crítica, canta con mucha voluntad y no poco gusto. En el Novedades de Valencia triunfará con el nuevo repertorio y de allí pasará al Parisiana de Burgos no sin antes cumplir con su acostumbrado Madrileño. El verano de 1915 le dejará buenos contratos en los locales madrileños al aire libre que intentaban "despistar" a la canícula con las mejores intenciones. En el legendario Kursaal de la Ciudad Lineal actuará a primeros de agosto y a mediados lo hará en El Polo Norte. Este local de tan curioso nombre se hallaba en la calle Atocha y gozó de una vida bastante larga desde su inauguración en 1907 hasta 1917, diez años nada desdeñables teniendo en cuenta lo poco que solían durar los locales de varietés. Aunque este contaba con un as oculto en la manga: en sus jardines se celebraba también un popular baile.
El caso es que nuestra pequeña cupletista trabajaba con denuedo hiciera frío o calor, en las capitales y en los pueblos, en los teatros del centro y en los cafés del puerto. Es anunciada como "canzonetista a gran voz y bailarina", aunque en esta última actividad jamás destacó, limitándose a dar unos cuantos pasitos sencillamente coreografiados para acompañar al cuplé de turno. Al público le llama la atención la potencia de su voz teniendo en cuenta su cuerpo diminuto. Además es muy joven, con lo que la sensación de estar viendo a una niña en escena diciendo procacidades causa cierto morbo en determinado sector del público masculino. Y ella, como tantas otras, se deja querer cuando la ocasión es propicia a sus intereses. Su sueldo es insignificante y una chica emancipada, entonces como ahora, de algo tenía que vivir.
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El anuncio de Mary Focela para 1915: velador con flores, mantón oscuro y aspecto enfermizo |
Después de cerrar el verano contratada por el Salón Pradera de Santander, a Mary le sale una oportunidad bastante interesante para darle un empujón a su carrera y debuta a mediados de octubre en el teatro Romea de Madrid. Comparte tablado con dos bailarinas: la Argentinita y la Sylphe, una atracción internacional de moda que lo mismo te bailaba una danza de los siete velos al estilo de Mata Hari que se enroscaba sobre si misma con el espeluznante estilo de Tórtola Valencia. Entre estas dos atracciones
à la mode la pequeña Focela pasa casi inadvertida y no es prorrogada en el Romea ni obtiene allí el éxito esperado. Algo desanimada regresa al Madrileño, donde la esperan siempre con los brazos abiertos, incluidos los de su amiga Lidia de Gipsy.
A principios de 1916 está actuando en un local barcelonés llamado la Buena Sombra, acaso un café cantante con pocas pretensiones (o acaso ninguna). No tiene suerte allí y su actuación provoca en el crítico Manzanares Nausa una de sus famosas proclamas sarcástico-venenosas en la revista Eco Artístico.
"En la Buena Sombra dejó de actuar Mary-Focela, artista diminuta y vulgarota, más fresca que un botijo colorado. Esta pequeñísima artista creyó que Barcelona era Chinchón o Colmenar de Oreja, y se arrancó pidiendo ¡cincuenta duros! por dos días. Pero, ¡niña!, ¿usted sabe lo que hay que moverse para ganar veinticinco duros en una noche ? Sobre todo usted, que no ha creado nada. Y ya que hablo de creación, ahí tiene usted un couplet que he escrito en colaboración con un vecino mío que toca la bandurria, con el cual obtendrá usted un éxito personalísimo. Ponga usted los cinco sentidos, y el sentido común seis, y saboree esta filigrana, que es lo más notable del siglo actual, después del vestido de picos que usted lleva. Dice así esta «memez literaria» :
«Me llaman Mary-Focela
porque lo quiso mi «agüela».
¡Ay!, su «agüela»,
¡Ay!, su «agüela».
Y abulto menos, señores,
que abulta una lentejuela.
Lentejuela.
Lentejuela.
Yo no pago á mis deudores
porque soy la mar de fresca.
Sí que es fresca.
Sí que es fresca...»
¿Qué le parece?".
Pues probablemente no le pareció nada bien y aunque Manzanares era experto en provocar con sus críticas a las cupletistas que no eran de su gusto (casi todas, excepto la Goyita) hay que decir a favor de la Focela que solía encajar con exquisita elegancia todos los comentarios que se hacían sobre su escasa estatura, acostumbrada como estaba desde siempre a ser vituperada por tal circunstancia. Al fin y al cabo, por cosas peores había que pasar en el mundo de las variedades selectas.
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Pepita Ramos "La Goyita" fue una de las grandes del cuplé |
En la primavera de 1916 Mary coincidió en el Edén Concert con Pepita Ramos, la Goyita, cupletista catalana muy querida por los barceloneses e idolatrada por Manzanares Nausa. Según este crítico, en versión poco o nada objetiva, entre las dos artistas había una mala relación basada en celos artísticos y discrepancias políticas. Siempre según Manzanares, cierta noche de marzo actuaba Goyita en el escenario del Edén Concert y desde un palco seguía la actuación Mary Focela acompañada por unos amigos. La Ramos empezó a entonar su quinta canción, esta vez en catalán, como solía hacer muy a menudo. Entonces la Focela le pidió a gritos y desafiando a la gravedad, con medio cuerpo fuera del palco, que cantara "Juan Español". La Goyita desoyó su petición y siguió a lo suyo pero Mary, aparentemente embriagada, optó por cantar ella solita a grandes voces tan patriótico cuplé. Goyita se retiró de la escena en medio de aplausos (hacia ella) y abucheos (hacia la otra). Y, siempre según la versión del crítico, los compañeros de palco de la Focela, que "eran unos caballeros, la echaron del palco como se tiran a un rincón unos calcetines sucios y, puestos en pie, ovacionaron a Pepita Ramos" que optó por regresar a escena recibiendo las más fervorosas muestras de cariño por parte del público.
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Goyita en 1913, totalmente ajena a futuros desencuentros y encontronazos con la Focela |
La reseña de este suceso que Manzanares Nausa publicara en Eco Artístico está llena del veneno que solía destilar cuando la artista en cuestión no era de su gusto (que era casi siempre: a Preciosilla y a Salud Ruiz prácticamente las despellejó en vida) y también del oportunismo del que hacía gala cada vez que se trataba de exaltar a la Goyita, está vez en contraposición con la Focela. El final de su reseña, escrita a modo de diálogo con un conocido, no tiene desperdicio:
"Goyita es más artista que ella dos millones de veces. Pepita Ramos es más joven, más bonita y más mujer que ella. Goyita no se embriaga, no tiene amigos, no se la ve de madrugada en orgías ambulantes. De modo que Mary-Focela no puede ganarle más que en una cosa.
—¿En cuál?
—Se lo diré á usted al oído.
— ¡ . . . !
—Eso creo yo también.".
Mary se siente ultrajada, no sin razón, y decide que ya es hora de callarle la boca al crítico. Una cosa es ser mordaz y otra muy diferente es ofender sin tasa, ni medida, ni nadie que le parara nunca los pies. Piensa en demandarle, pero en su entorno se lo desaconsejan: es demasiado poderoso en Barcelona, tiene grandes influencias en la prensa especializada, entre los empresarios, en las academias de canto e incluso con los compositores de cuplés. Era lo que entonces se llamaba un "pájaro de cuidado" que tenía, eso sí, la costumbre de no posarse demasiado tiempo en la misma rama. Era mejor dejar que se le pasase la fijación por ella: no tardaría en aburrirse y ya vendría otra que la sustituyese en sus odios y vituperios.
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En este anuncio ya se dejaba claro dónde dirigirse a la hora de demandar a Manzanares |
Pero aún tarda un tiempo en aburrirse de ella. Cuando en abril debuta la cupletista en el Alcázar barcelonés, Manzanares solventa su crítica con un categórico "¡Pobre criatura!" seguido de un críptico: "A cualquier cosa le llaman chocolate las patronas". En otra crítica vuelve a hablar de la envidia que la Goyita despierta en Mary y dice que es una brillante estrella pero "gracias a una pasta de limpiar metales", mensaje en clave que podía referirse a cualquier cosa que tuviera más que ver con la pasta que con la limpieza. Cuando la Focela regresa de su gira veraniega y debuta a mediados de septiembre en el Monte Carlo de Barcelona, nuestro amigo Manzanares le da la puntilla con esta preciosa crítica, modelo de templanza y ecuanimidad donde los haya:
"Ha debutado Mari-Focela, habiendo coincidido su presentación con el cambio de temperatura, pues desde que el ruiseñor humano, envidia de las estrellas, etc, etc, etcétera, ha debutado en el feudo del amigo Bielsa, ha comenzado el frío hasta el punto de haberse suprimido las medias caladas y la fabricación de hielo artificial".
Es de extrañar que fuera considerada como una cupletista "fría" teniendo en cuenta que su repertorio oscilaba entre la sicalípsis y los palos flamencos. Más bien se trataba de que, al menos a Manzanares, lo dejaba frío por su voz, su físico, su estilo y porque le daba la real gana, faltaría más. A pesar de tanta inquina Mary no debía hacerlo tan mal ya que sigue siendo contratada en escenarios de toda España y terminará el año 1916 en el Salón Vizcaya de Bilbao, junto al cómico Ramper, para a continuación volver al Doré barcelonés.
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Ramón Álvarez Escudero, Ramper, fue un famoso cómico y clown que murió en el olvido |
A pesar de todos los inconvenientes que su rivalidad con Goyita le ha causado, Mary decide que Barcelona es la ciudad donde debe establecerse y desde donde debe emprender todas su giras y actuaciones. Por algún motivo nunca aclarado, -que bien pudiera tener algo que ver con las cosas del corazón- opta por hacer gala de su aborrecimiento por Madrid y de su amor por Barcelona. Allí tendrá su residencia de ahora en adelante, allí tomará nuevo agente y entre sus compositores elegirá su repertorio. De origen andaluz, criada en Madrid, con ideas ultraconservadoras en lo político (lo personal ya era otra cuestión) y de un españolismo exacerbado, la buena de Mary decide asentarse en el lugar y la época en las que el nacionalismo catalán vive uno de sus momentos de mayor apogeo y beligerancia. La verdad es que nunca tuvo mucha suerte en la vida la pequeña Focela, pero acaso también tuviese tan poco cerebro como escasa era su estatura. En fin, el resto es historia del cuplé y de la consecuencia de su mala elección (que la hubo y de las gordas) os lo contaré todo en la siguiente entrada a ella dedicada.
(1) Ni en elegir nombre tuvo suerte la Focela y aparecerá indistintamente como Mary-Focela, Mary Focela o Mari Focela en sus años de carrera. Me inclino a creer que en un principio fuese Mary-Focela su elección, pero el guión fue apareciendo y despareciendo por misteriosos motivos. Teniendo en cuenta lo complicadas que son las búsquedas con guión, en pleno siglo XXI y para Internet, yo he optado también por hacerlo desaparecer.