Y para quien se queje de la gastronomía navideña del siglo XXI, aquí le dejo una receta de pavo de hace justo un siglo. A ver quién es el guapo o la guapa que con ella se atreve.
Pavo en galantina:
Bien vaciado y limpio un pavo (recordad que había que comprarlo vivo y "ejecutarlo" en casa), chamuscado y separados todos sus despojos, se deshuesa y en crudo, lo que queda.
Se deshilacha (un premio para quien me diga qué técnica es esta del deshilachado) la carne de las pechugas y de las patas o muslos y se ponen en una ensaladera, sazonando con sal, pimienta y una rociada de gotas de aceite.
Se deja que el pavo tome la sazón un par de horas, y entretanto se van picando media libra de ternera (otro premio para el que me dé las equivalencias de los pesos y medidas de entonces), otra media de jamón crudo y un cuarterón de tocino muy fresco, que se sazona, al mezclarlo bien, con todas (sí, sí, todas) especias, mojándolo además con una copa de cognac.
Se amasa luego, para expresarlo mejor esta mezcla, con la carne deshilachada del pavo y se le van incorporando trufas en la cantidad que se quiera (con la crisis del 2012, ni una), cortadas como medias pesetas, y también cuadraditos de lengua a la escarlata y alguno que otro pistacho mondado.
En la cocina antigua, con todo esto o cosa parecida se rellenaba un pavo deshuesado y se concluía la operación asándolo o braseándolo, pero es faena molesta y poco práctica, y conviene terminar el procedimiento según mi receta (estáis avisados).
Ya la masa bastante trabajada, se moldea en forma cilíndrica, en un lienzo fuerte de hilo, que la da diez o doce vueltas(?!), para prensarla y ceñirla bien con bramantillo.
Se coloca la galantina en una cacerola de brasear y sobre brasas, con fuego encima de la cobertera de campana, que ha de cubrir la cacerola, y se cuece durante tres horas en caldo concentrado que la bañe con las grasas y desperdicios de la preparación, dos manos de ternera y todos los despojos y huesos del pavo. Se agregan (si a estas alturas no se te ha prendido fuego la cocina, o la casa entera) zanahorias, cebollas y nabos, sazonando fuerte, y al cabo de las tres horas se saca la galantina de la cacerola, se desata y se rectifica cualquier deformidad, se envuelve nuevamente en el mismo lienzo (otras diez o doce vueltas, pero esta vez con el trapo pringadito perdido), pero ligando con bramantillo nuevo, y se coloca el manjar entre dos tablas, poniendo en la de encima mucho peso para que la carne suelte todo su jugo.
A las doce horas (tiempo necesario para descansar de la receta, ni una hora menos), y en sitio fresco, se saca la galantina de su envuelta y se coloca en una fuente larga y allí, con un pincel, se le van dando manos de manteca de cerdo nada más que derretida, para que al concretarse cada untura formen todas, una capa sobre la superficie de la galantina del espesor que se quiera, pues depende de la cantidad de manteca de cerdo y de la paciencia del operador.
(En fin, que no se diga que en este blog no se dan recetas. Ya me contaréis qué tal os quedó la galantina, espero impaciente vuestros comentarios).
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